Capítulo:
7
«Enfrentar
a la muerte»
Harry se
quedó quieto agudizando el oído… Silencio, solo silencio… ¿Por
qué las cosas siempre tenían que empeorar justo cuando parecía que
iban a ponerse mejor? Simplemente, la historia de su vida… No
importa cuanto se empeñara en hacer las cosas bien, siempre sus
intenciones terminaban jugándole en contra y deseó con todo su
corazón que esta vez no fuera su culpa.
Hedwig se
mostraba inquieta, parada sobre su jaula.
–Tranquila…
veré que es lo que sucede.
Como un
flash el muchacho recordó las palabras de Ginny: “…observa
atentamente tu entorno para saber con que puedes llegar a contar…”
Harry examinó la habitación con más detenimiento: Una cama, la
mesa de luz, la jaula de su lechuza colgando de un gancho amurado en
la pared, un escritorio y un placard empotrado. Fue hacia el
escritorio y revisó los cajones, estaban vacíos, lo mismo sucedió
con la mesa de luz. Dentro del placard encontró solamente un kit de
primeros auxilios con una correa para colgarlo al hombro.
–Puede
que lo necesite. –Se dijo al considerar su falta de conocimiento
sobre hechizos sanadores.
Se colgó
el pequeño bolso y salió de la habitación con sumo cuidado
intentando no hacer ruido. El pasillo también estaba iluminado por
las mismas luces rojas. Unos metros más adelante en dirección hacia
el otro pasillo que lo cruzaba y comunicaba con el ascensor, Harry
pudo ver un bulto en el suelo… Más que eso… Alguien…
totalmente destrozado. Las paredes estaban manchadas de un rojo más
oscuro del que aportaban las luces… sangre…
Sintió
nauseas, nada en el mundo mágico lo había preparado para esto y por
su mente cruzó la idea de que el Avada Kedavra era una bendición al
lado de esa forma de morir. Se acercó un poco, lo suficiente como
para saber quien era…
–Crabbe…
–Dijo en un murmullo.
No podía
decir que le doliera pero por lo que le dijo Ginny, definitivamente
no se merecía terminar así…
–¡Ginny!
Tenía que
encontrarla, debía asegurarse de que estuviera bien. Si algo llegaba
a sucederle… Retrocedió sobre sus pasos y volteó para dirigirse
al otro pasillo, el que daba a la habitación de ella. La puerta
estaba abierta y la habitación vacía, no había rastros de sangre
ni señales de lucha. Comprobó la habitación contigua, la de
Malfoy, mismo caso.
Sabía que
para llegar al elevador tenía que pasar sobre el cadáver pero
prefería no hacerlo. Probó suerte con la puerta que se hallaba al
fondo del pasillo. La abrió y la vista de Harry se perdió en la
negrura que reinaba en ese ambiente, solo un par de luces rojas
parpadeantes sobre la puerta. El lugar parecía ser inmenso y a su
izquierda pudo ver otro par de luces que debían señalar otra
puerta. El muchacho no tubo dudas, esa era la puerta que debía dar
al pasillo del elevador.
–Lumus
–conjuró Harry.
Quizás se
arriesgaba a ser visto pero necesitaba saber por donde iba. A la luz
de la varita pudo notar que había escalones que descendían hacia la
negrura y a los lados lo que parecían ser… ¿Gradas?
–Lumus
Máxima.
La luz
inundó buena parte del lugar, a su alrededor, y Harry pudo
comprender donde se encontraba. Era un estadio de quiddich. Tan
vasto, tan espectacular que hacía que, a su lado, el estadio de las
finales que él había presenciado fuera solo un bosquejo de un niño
de tres años. Estaba totalmente esculpido en la roca con miles de
estalactitas pendiendo de su techo. Era como un sueño… un sueño
que, lamentablemente, le hacía perder tiempo.
Corrió
hacia la otra puerta deseando que estuviera en lo correcto y se
alegró cuando comprobó que así era. Pero la sonrisa de su rostro
se apagó al ver otro cuerpo tirado en el piso, apenas pasando la
intersección de donde partía el pasillo que daba a su habitación.
–Nox.
Ya no tenía
opción, se apresuró echando un vistazo en el interior de cada
habitación que pasaba. Todas estaban en la misma condición, sin
rastros de nada. Al acercarse al cuerpo comprobó que se trataba de
Goyle. El mismo caso. Su cuerpo destrozado y la sangre bañando las
paredes. Harry reprimió las ganas de vomitar y pasó sobre él sin
volver la vista atrás. Se paró frente al ascensor y oprimió el
llamador pero nada sucedió. Había sido muy optimista, era cosa
segura que en caso de emergencia el elevador quedara fuera de
servicio. Pero… ¿Qué iba a hacer ahora? No conocía otra manera
de acceder a los otros niveles.
Harry
retrocedió de un salto y levantó la varita preparado para
defenderse. De la pared izquierda, a casi un metro de distancia del
elevador, una pequeña puerta se abrió y el muchacho vio asomarse la
cabeza de su primo.
–¡Dudley!
–Dijo él, agradecido de ver una cara familiar.
El otro no
respondió, simplemente asomó un poco más su cuerpo y apuntó a
Harry con algo parecido a un arma. Él no pudo reaccionar a tiempo y
una bola de luz amarillenta disparada por su primo le pasó por al
lado. Menos de un segundo después escuchó el impacto, un sonido
como el del rugido del fuego y un ruido de pinzas que le resultó
familiar… Arañas. Harry se dio vuelta, una de ellas estaba
semi-carbonizada en el piso mientras que otras tres se acercaban
rápidamente.
–¡Araña
Exumai!
El hechizo
de Harry dejó a una fuera de combate mientras que su primo se
cargaba a las otras dos. Dudley se acercó a la que le había
disparado él y la remató sin dudarlo.
–No
tengas piedad, Harry. Ellas no van a devolverte a cortesía. –Le
aconsejó su primo.
–Es el
mejor hechizo contra arañas que conozco. –Se excusó él.
–Pues por
si no lo sabías, solo las deja inconscientes. Usa el Avada Kedavra o
toma un rifle de plasma como este –le indicó
mostrándole su arma–
pero no tengas piedad con ellas.
Dudley vio
el cuerpo de Goyle y bajó la cabeza. Harry lo escuchó murmurar una
pequeña plegaria que no pudo reconocer.
–¿Viste
a alguien más? –Le preguntó su primo.
–A
Crabbe… Lo siento…
–Maldición…
–Dudley…
¿Que sucede? ¿Cómo pudieron entrar las arañas? –Le preguntó
Harry.
–No
entraron solas… –Le soltó simplemente– Alguien nos traicionó.
–¿Quien?
–Es lo
que trato de averiguar.
El sonido
de un aleteo los hizo ponerse
nuevamente en guardia. Hedwig surgió del otro pasillo volando a la
mayor velocidad que sus alas podían proporcionarle, pero no surgió
sola, detrás de ella otra araña apareció pegando un salto directo
hacia la pobre lechuza.
La varia de
Harry fue más rápida que el rifle de Dudley, un destello verde
terminó con la vida de la araña… aunque demasiado tarde.
–¡Hedwig!
¡No!–Gritó el muchacho.
Su primo lo
tomó del torso obligándolo a retroceder.
–No hay
nada que puedas hacer. Lo siento, Harry. No podemos quedarnos aquí.
Entra en los túneles de emergencia. ¡Ahora!
–No puedo
dejarla…
–¡Yo
estoy dejando a dos buenos amigos, destrozados, en el suelo! ¡Se lo
que se siente! ¡Haz lo que te digo!
Por más
que lo intentara Harry no podía oponer resistencia a la musculatura
de su primo. Volviendo una última mirada a los restos de su lechuza,
hizo lo que él le indicó. Se metió en el túnel y avanzó gateando
unos metros hasta un compartimiento con mayor altura. En la pared del
fondo, el muchacho pudo ver una escalera sujeta al muro. Arriba y
abajo se abrían dos túneles que deberían acceder a los otros
niveles, ambos parecían cerrados por una especie de velo azul de
energía. Dudley apareció tras él y usando un pequeño panel activó
otro velo igual, sellando así el túnel por el que habían venido.
–Campos
de energía, por si esas malditas logran arrancar la escotilla… –Le
informó su primo.
–¿Sabes
si Ginny…? –No pudo terminar la pregunta, una punzada le atravesó
el pecho temiendo lo peor.
–No, lo
siento. Hará poco menos de media hora que atraqué con el D-1 en la
bahía. Las reparaciones del satélite llevaron más tiempo
de lo previsto. Cuando recibimos la señal de emergencia volvimos lo
más rápido que pudimos y por hacerlo casi quemo la nave en el
reingreso a la atmósfera. –Harry lo escuchaba callado mientras
desactivaba el campo de energía que cortaba el acceso al nivel
superior– Los Creevey se quedaron atrincherados en el D-1, mientras
yo me adentraba en los túneles de emergencia para poder averiguar
que sucedía.
Dudley se
colgó el rifle al hombro y comenzó a subir lentamente sin dejar de
ver el final del túnel, no quería que nada lo sorprendiera.
–Tenemos
un protocolo que seguir en estos casos: Recabar información de la
computadora principal, fijar el sistema de autodestrucción, y
abandonar la base. Pero estando tú aquí la prioridad es llevarte
sano y salvo a la segunda base. Mucho me temo que tanto Vincent como
Gregory lo intentaron sin suerte. –Harry se sintió todavía peor.
Crabbe y
Goyle habían muerto intentando protegerlo. Se sintió terrible por
no haber tenido la posibilidad de conocerlos como verdaderamente
eran, de no haber podido ver detrás de sus personajes y se juró que
aquel que fuera el culpable pagaría con creces lo que les había
echo a ellos y a Hedwig.
–Como el
quinto nivel, “Seguridad”, estaba bloqueado comencé a ascender
con la esperanza de alcanzar la computadora principal en la sala de
comando y, de ser posible, dar contigo.
–¿No te
encontraste con nadie más? –Le preguntó Harry mientras trepaba
por la escalera siguiéndolo.
–Solo con
Charlie, lo encontré en la enfermería… lo siento, no pude hacer
nada por él, cuando llegué ya estaba muerto. –Harry intentó
despejar su mente, impedir que el dolor de la perdida del hermano de
Ginny, uno de sus amigos, lo terminara paralizando.
–¿Como…?
–Apenas pudo pronunciar.
–Solo sé
que tenía una herida profunda en el pecho. Pero lo curioso es que no
llegó ahí solo, alguien intentó pararle la hemorragia sin éxito,
por lo visto no fuiste tú y tampoco Gregory o Vincent.
–Su
herida... ¿Arañas?
–No,
Harry. Lo que mató a ellos tres no fueron arañas. Crabbe y Goyle
murieron por una explosión de magia antigua. Charlie la sacó un
poco más barata pero no lo suficiente. Fue alguien de la propia
Hermandad, Harry. Nadie más tiene esa clase de poder. Lo que puedo
suponer es que las arañas solo estaban vigilando tu habitación. Tu
cuarto es inteligente, puede detectar cuando estas dentro en estado
inconsciente, y se cierra de tal modo que solo puede ser abierto
desde el interior. Fue una medida de seguridad que impuso Goyle, como
último recurso, para que nadie pudiera sorprenderte durmiendo y, por
lo visto, funcionó.
Ambos
alcanzaron el nivel superior. Dudley se detuvo antes de entrar en el
túnel que llevaba al pasillo del primer nivel.
–Harry,
quédate detrás de mí y si algo llega a pasarme no lo dudes, vuelve
a meterte en el túnel y séllalo con el campo de energía. El código
que los controla es: cuatro, cuatro, nueve, dos. Luego baja al cuarto
nivel y huye con Dennis y Colin en el D-1, ellos sabrán que hacer.
Harry no
respondió. No pretendía dejar a su primo como había hecho con
Hedwig. Lo defendería con su vida si era necesario. Pero el muchacho
pareció adivinarle el pensamiento.
–Harry,
tú eres lo único importante aquí. Si no haces lo que te pido el
sacrificio de todos los demás será en vano. Tú eres la clave para
vencer a Voldemort. Nosotros no somos más que un instrumento. Tú
eres indispensable, nosotros no.
“Bonito
discurso”, pensó
él, “lástima que ya estaba demasiado trillado”.
Harry
inclinó la cabeza en forma de afirmación. Aunque no se proponía
cumplir la promesa, era indispensable que su primo creyera que sí.
Dudley
gateó por el túnel hasta alcanzar la escotilla, la abrió y se
asomó con cuidado. Harry lo siguió y cuando salió del túnel pudo
divisar la mano de alguien en el piso, apenas asomando de la entrada
del comedor. Ambos caminaron con cautela por el pasillo. Al acercarse
lo suficiente, pudo ver de quien se trataba y le dio un vuelco el
corazón. Sintió que las piernas le flaqueaban y cayó de rodillas
al lado del cuerpo de su amigo, Ron. Este estaba boca abajo, sobre un
gran charco de sangre y por el rastro que había dejado en el piso
intuyó que se había arrastrado hasta la puerta usando el resto de
sus fuerzas. Harry lo volteó con cuidado y su amigo emitió un leve
quejido.
–¡Está
vivo! –Exclamó Harry.
–¡Rápido!
–Dijo su primo mientras se arrodillaba a su lado– Dame el kit
médico.
Harry se lo
descolgó lo más rápido que pudo y se lo pasó. Ron tenía una
herida profunda en el pecho que sangraba profusamente. Dudley abrió
el bolso, tomó toda la gasa que había dentro y la puso sobre la
herida.
–Oprime
con fuerza Harry, debemos parar la hemorragia a como de lugar. –Le
indicó su primo.
Él así lo
hizo mientras Dudley volvía a revisar el bolso. Sacó un frasco con
un líquido azul.
–Esto es
coagulante –Le explicó mientras abría el frasco. –Cuando yo te
diga quita la gasa para que pueda rociar la herida y apenas termine
vuelve a oprimirla… ¡Ahora!
En apenas
un momento Dudley le vació el frasco sobre la herida y Harry volvió
a presionarla.
–Tenemos
que llevarlo a la enfermería cuanto antes. No puedo tratarlo, pero
si lo criogenizamos a tiempo podremos curarlo luego. –Dijo mientras
se incorporaba.
–Puedo
aparecernos a los tres. Se donde está.
–No,
Harry, no puedes. Hay un hechizo y un campo amortiguador que evita
que nadie se pueda aparecer dentro de la base. Haré lo posible para
poner en línea los teleportadores internos o el elevador en su
defecto. –Dijo mientras corría hacia la sala de comando.
–Me…nudo…
prob…lema… –Dijo Ron con suma dificultad. –No te…
preocu…pes… por mi….
Harry
sonrió.
–Guarda
tus fuerzas, Ron.
–Ayuda…
a Herm...
Harry miró
por primera vez con detenimiento el interior del comedor y sintió
que el poco alivio que había alcanzado al escuchar hablar a Ron se
desvanecía por completo. Allí entre los pedazos de mesas y sillas
se hallaban los restos de su amiga. Totalmente irreconocibles salvo
por la parte de pelo castaño que aún se encontraba intacto.
Las
lágrimas comenzaron a bañar su rostro.
–Ella
esta bien… –Mintió Harry ¿Que otra alternativa le quedaba?–
Ella te espera en la madriguera.
–N… no
sabes… men…tir –Le reprochó Ron, mientras que la vida se le
escurría de su cuerpo.
–¡No te
rindas, Ron! ¡No me dejes! Te necesito, amigo…
El muchacho
levantó su mano con gran esfuerzo y tomó la de Harry.
–Ha…rry
él… nos traici…onó…
–¿Quién?
–No…
teng…as piedad… Har…ry… –Le exigió su amigo con los ojos
encendidos de furia y quemando así su último aliento le dijo–
¡Mátalo!
–¡Ron!
¡RON! –Gritó Harry, pero ya nada podía hacer. Su amigo Ronald
Weasley había muerto.
El muchacho
se dejó caer sobre el cuerpo de su amigo totalmente abatido. Lloró…
Lloró por Ron, por Hermione, por Charlie, y por todos los demás…
Lloró, pero se terminó reprimiendo... Primero debía encargarse del
asesino, luego lloraría por todos ellos.
Se
incorporó lentamente mientras que las últimas palabras de Ron
volvían a su mente: “Él nos traicionó” “No tengas piedad.
Mátalo”. Entonces lo comprendió. Quizás había sido Ginny la que
intentó ayudar a Charlie, el traidor era un hombre y… solo le
quedaban Percy o… Draco…
Comenzó a
caminar hacia la sala de comando con paso pesado pero decidido.
Mataría al traidor, no importa quien fuese... Lo torturaría hasta
que su voluntad se quebrara y alcanzara la demencia y luego lo
mataría de la forma más dolorosa posible.
Dudley se
hallaba frente a la computadora.
–Solo un
minuto más, ya casi los tengo calibrados…
–Tarde…
–Contestó Harry.
Su primo
bajó la cabeza y cerrando los puños con fuerza se alejo unos pasos
de la consola.
– ¡¿Por
qué, mierda?! ¡¿Por qué?! –Gritó Dudley, totalmente frustrado.
–Solo nos
quedan dos sospechosos… –Declaró Harry.
En su mente
quería creer que Fawkes no había errado en su juicio, pero si el
mismo Dumbledore se había equivocado… Que confianza podía
depositar sobre un simple fénix que se suponía que ya no debía
obedecer a nadie…
–Uno
querrás decir… –Lo corrigió su primo –Esa mancha que ves en
la pared… son los restos de Percy.
Harry
dirigió su mirada hacia donde le indicaba su primo y pudo observar
lo que apenas se delineaba como una silueta negra en el muro y restos
de carbón dispersos en el piso.
–Lo se
por el escáner –dijo mostrándole una especie de computadora de
mano –Hay rastros de su ADN en toda esa sección.
Entonces
tenía razón, solo quedaba uno.
–Draco…
–Sentenció Harry.
–Me temo
que fue el primero en caer, lo mataron por la espalda en el pasillo
que da a la sala del teleportador. –Finalizó en voz baja.
No podía
ser… si Draco estaba muerto, entonces… Harry fue hacia el lugar
que le marcó Dudley. Tenía que verlo con sus propios ojos.
Ahí
estaba, con una gran herida en la espalda. El mismo caso de antes,
solo que a él lo habían matado a traición. No había duda de que
el traidor debía ser alguien de confianza, de otra forma sería
difícil que Draco le diera la espalda. Era alguien de la propia
Hermandad, de eso ya no había duda, pero no quedaba nadie a quien
culpar.
Dudley dijo
que quedaba uno, de seguro se refería a Ginny, pero Ron dijo “el”,
no “ella”… entonces…
Harry,
volvió al salón de comando con la varita en alto. ¿Cómo podía
haber sido tan ciego? Todo el tiempo lo tuvo frente a él… solo
quedaba un sospechoso. Dudley estaba frente a la computadora dándole
la espalda, habría sido fácil matarlo de esa forma, pero él era
mejor que eso.
–Dijiste
que solo quedaba un sospechoso. Sé por boca de Ron que no fue Ginny,
así que dime, Dudley, ¿Quién queda? ¿Quién es el último
sospechoso? –Preguntó Harry mientras lo apuntaba por la espalda.
–Estoy
accesando a las cámaras de vigilancia, pronto lo verás por ti
mismo. –Le contestó su primo pero apenas un instante después se
quedó inmóvil, como si recién se hubiera dado cuenta de algo.
Lentamente
se volteó, tenía el rifle de plasma colgado en la espalda por lo
que estaba en seria desventaja.
–Harry,
baja la varita.
–No…
fuiste tú. Tú los mataste, eres el único que queda con vida.
Pensabas echarle la culpa a Ginny, pero cometiste un error. Ron te
vio.
–Pero…
–¿Vas a
decirme que eso no lo hizo un rifle como el tuyo? –Dijo Harry
señalando los restos de Percy.
–¿Acaso
te volviste loco?
–No. ¡Tú
eres el maldito maniático! ¡Asesino! ¿Tanto me odias, Dudley? ¿O
es que Voldemort ya compró tu lealtad?
–¡Harry,
deja de decir estupideces, yo no fui! ¡Pregúntale a los Creevey!
–Muy
conveniente. –Dijo
Harry mirando por sobre el hombro de su primo– Lástima
que ya no puedan volver a hablar.
Dudley
volteó. En la pantalla se podía ver la imagen de una de las cámaras
de seguridad del hangar. Allí en el suelo, se podían ver los
cuerpos de Colin y Dennis cubiertos de sangre.
–¡No!
–Gritó Dudley. Su reacción fue tan natural que hizo dudar a
Harry.
Sin perder
tiempo accionó unos controles que ampliaron la imagen. No había
duda, eran ellos y era más que evidente que estaban muertos.
–Madriguera
llamando a Baires. El nido ha sido comprometido, prepárense para
recibir el paquete. –Dijo Dudley mientras oprimía un botón de la
consola.
–Aquí
Baires. Listos para recibir el paquete. Transfiere los datos de la
computadora y danos un reporte de la situación, Dudley.
–Transfiriendo
datos… Nahuel, tenemos un traidor en las filas. Dos sobrevivientes,
y una desaparecida. Los demás están muertos. Teleportaré a Harry
de inmediato. De ahora en más están por su cuenta. Cambien los
códigos de comando y sigan el protocolo. Yo me encargaré del
traidor.
–Datos
recibidos. ¿Algo más?
–Sí,
cuando la veas… dile que la amo. –Dijo Dudley antes de terminar
la comunicación.
Harry se
había quedado inmóvil. Su cerebro no podía asimilar lo que acababa
de pasar.
–Harry,
tengo que sacarte de aquí. –Dijo su primo.
Una puerta
oculta en el muro se abrió deslizándose dentro de este.
–Entra en
la cámara de transporte, ahora. Estarás a salvo en la segunda base.
Yo me haré cargo del maldito que hizo esto.
–¿Cómo
puedo saber que dices la verdad, que no es un sucio truco para que te
de la espalda?
–Porque
si hubiera querido matarte lo habría hecho en el mismo momento en
que me asomé al pasillo. ¡Te debo mi vida! Déjame pagártelo.
Métete en la cámara de una vez…
Harry ya no
lo escuchaba, su vista se centraba nuevamente en el monitor. La
imagen había cambiado. Ahora podía ver a Ginny retorciéndose en el
suelo y a alguien parado a su lado, apuntándole con la varita. El
muchacho no supo quien era pues llevaba una capa con capucha que le
cubría el rostro… La estaba torturando.
–Ginny…
Dudley,
miró la pantalla y le adivinó el pensamiento. Intentó sujetar a
Harry pero era demasiado tarde, ya corría hacia el pasillo.
–¡Activa
el elevador! ¡Ya!
–Ya lo
intenté pero no responde, esta anclado en el quinto nivel –Le
respondió mientras se lanzaba a correr tras él.
Harry no lo
dudó, tomar los túneles de emergencia le consumiría mucho tiempo.
Solo había una forma rápida de llegar.
–¡Bombarda!
La puerta
del elevador estalló en pedazos cayendo hacia el interior del mismo.
–¡Harry!
¡No! –Le gritó su primo pero ya era tarde.
Harry saltó
al vacío y comenzó a caer.
–¡Arresto
Momentum! –Dijo apuntándose a sí mismo.
El hechizo
funcionó. La velocidad de su caída comenzó a disminuir cuando
apenas había pasado la puerta de segundo nivel. Harry comprendió
que la distancia entre piso y piso era realmente considerable. Mejor
para él…
Cuando pasó
el tercer nivel apuntó a la cuarta puerta. Aquí debía ser un poco
más silencioso.
–¡Diffindo!
–Dijo realizando un pequeño círculo con la varita.
El conjuro
cortó la puerta.
–¡Filipendo!
El hechizo
la golpeó haciendo que la parte cortada cayera hacia adentro.
–¡Carpe
Retractum! –Dijo en el momento en que la pasaba de largo.
Harry
sintió que el lazo realizado por el conjuro se aferraba a algo y
comenzaba a retraerlo haciéndolo pasar limpiamente por el agujero de
la puerta. Aterrizó sobre sus pies sin problemas y comenzó a correr
hacia la puerta grande que se encontraba al fondo del pasillo. No
necesitó hacer nada, la puerta se abrió automáticamente cuando
estuvo lo suficientemente cerca y la cruzó sin dudarlo.
El lugar
estaba iluminado solo en el sector próximo a la puerta con las ya
típicas luces rojas, el resto estaba bañado en sombras. No llegaba
a ver la supuesta nave pero, por lo que llegaba a adivinar, el lugar
debía ser tan grande como el estadio que había visto antes, o
quizás aún más. Pero esto no le importaba en lo mas mínimo, la
única razón por la que se había lanzado al vacío era para llegar
a ella, y allí estaba Ginny, de rodillas, frente a la figura
encapuchada y dándole la espalda a Harry. Ese debía de ser el
traidor. Harry no tubo necesidad de pensar, apuntó con su varita y
lanzó la maldición.
–¡Avada
Kedavra!
La
maldición le pasó de largo, pues el sujeto alcanzó a agacharse a
tiempo. Casi al instante se volvió a incorporar, pero lo hizo tan
bruscamente que la capucha se le deslizó hacia atrás, revelando su
rostro.
Harry se
quedó totalmente petrificado, podría haber desconfiado de todos
salvo de él, y, por un momento, la imagen de otra persona cruzó por
su mente. Al fin pudo entender por qué su padre cometió el error de
confiar en Peter, ahora la situación se había vuelto a repetir.
–Neville…
–Al fin
te unes a la fiesta, Harry. Espero que las arañas no hayan sido
demasiado problema… –Le dijo Neville con una sonrisa maliciosa.
No era la
misma persona que él recordaba… aunque, a decir verdad, nadie era
quien decía ser. Harry abrió la boca para lanzar otro hechizo pero
no pudo hacerlo, Neville fue más rápido. Su varita voló por el
aire, cayendo lejos de él. Ahora se encontraba indefenso…
La ironía
era que siempre había estado indefenso frente al poder de la
Hermandad, una varita no era arma suficiente frente a lo que ellos
llamaban “magia antigua”.
–Vamos,
Neville. Mátame si quieres, pero deja vivir a Ginny. Voldemort te
envió por mi ¿Verdad?
–¿Dejarla?
¿Con que sentido? Ya no me es de utilidad.
Apenas
dicho esto, una esfera de luz blanca salió de su mano e impactó
directamente en Ginny.
–¡NOOO…!
–Gritó Harry con toda su alma.
Todo lo que
podía ver era sangre… su cuerpo totalmente despedazado…
–¡Maldito!
Las
lágrimas comenzaron a bañar su rostro. Cayó de rodillas preso del
dolor lacerante que sentía en su pecho. Le habían quitado todo,
hasta lo que más amaba: Ginny. Todo el dolor que había intentado
reprimir después de ver muertos a sus dos mejores amigos, lo inundó
completamente. Sentía que se ahogaba, cada inhalación solo le
provocaba más dolor, y entonces sucedió. Todo ese dolor que sentía
comenzó a trasformarse en odio, un inmenso odio, salvaje, demoníaco.
Súbitamente,
por el rabillo del ojo derecho, pudo ver un flash de luz blanca.
Neville también lo capto y logró esquivar el primer disparo de
plasma, pero no fue lo suficientemente rápido para adelantarse a
Harry. El muchacho, reanimado con las fuerzas que le proporcionaba
ese odio casi inhumano, se lanzó hacia su varita. La tomó mientras
rodaba por el suelo y no necesitó decir las palabras, un haz de luz
verde salió de esta y le dio de lleno a Neville. Este se quedó
inmóvil un momento con la vista perdida y el segundo disparo de
plasma impactó en él, y también el tercero, el cuarto, el quinto…
para cuando Dudley soltó el gatillo del rifle, ya solo quedaban un
montón de cenizas.
Harry cerró
los ojos. Lo había hecho, había matado a un ser humano… no, había
matado a un traidor, un asesino, y se sentía bien el haberlo hecho.
Pero todo ese odio que sentía comenzó a desvanecerse y el espacio
que había llenado volvió a ser ocupado por el dolor. El muchacho
cerró los ojos y se entregó a él.
Entonces
sintió que alguien aferraba su brazo.
–Vamos,
ponte de pie. Esto no aún no ha terminado. –Le dijo su primo.
Harry abrió
los ojos. ¿A que se refería con que no había terminado? Había
perdido todo. ¿Que sentido tenía seguir luchado?
–Vamos,
aún estás en peligro, tengo que sacar...
Un destello
verde surgió a espaldas de Dudley y su mirada se volvió vacía, sin
vida. El cuerpo de su primo se desplomó encima de él.
–Dudley…
–Dijo Harry mientras lo hacía a un lado.
Su primo
estaba muerto, asesinado por la maldición imperdonable… levantó
la vista y vio que una figura surgía de entre las sombras. Al igual
que Neville, llevaba la cabeza cubierta con una capucha.
Inmediatamente, Harry levantó la varita, pero esta salió volando de
su mano. Nuevamente se enfrentaba a la magia antigua.
El sujeto
se quitó la capucha y Harry se sintió totalmente abatido. Ya le era
imposible soportar la traición de un amigo y ahora tenía que
enfrentarse a la de otro.
–Hola,
Harry. –Le soltó Dean, como si nada.
–Tú
también… –Dijo Harry con apenas un murmullo.
–Vamos…
¿De verdad llegaste a pensar que Neville era lo suficientemente
inteligente como para hacer el solo toda esta obra de arte? Pues
déjame decirte que únicamente fue un peón, al igual que todos los
demás.
Harry
dirigió la mirada a su varita, estaba demasiado lejos. Entonces
reparó en otra cosa. El rifle de plasma se encontraba a su lado,
cubierto por el cuerpo de su primo. Dean siguió acercándose
lentamente con una sonrisa en su rostro. Parecía estar saboreando el
momento y ese era su error.
Harry tomó
el rifle con cuidado, intentando no moverse de más, Dean no podía
ver lo que hacía y tampoco parecía estar prestando demasiada
atención. Solo debía levantarlo y disparar, tenía la ventaja,
podía matarlo… ¿Y entonces que? ¿Así sería siempre? Ya no le
quedaba nada porqué luchar. Sin Ginny, sin sus amigos, su vida no
tenía sentido. Por que no aprovechar la salida fácil. Siempre
habría de existir otro mago oscuro… Dumbledore venció a uno ¿Para
que? ¿Solo para caer frente a otro? ¿Esa era la vida que le
esperaba?
Harry alejó
su mano del arma, cerró los ojos y se entregó…
–Bueno,
Harry. Aquí es donde todo termina… ¡Avada Kedavra!
El muchacho
no sintió el golpe… solo oscuridad… y una voz…
–“Simulación
terminada”.
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