Capítulo VII: «Enfrentar a la muerte»


 
Capítulo: 7



«Enfrentar a la muerte»


Harry se quedó quieto agudizando el oído… Silencio, solo silencio… ¿Por qué las cosas siempre tenían que empeorar justo cuando parecía que iban a ponerse mejor? Simplemente, la historia de su vida… No importa cuanto se empeñara en hacer las cosas bien, siempre sus intenciones terminaban jugándole en contra y deseó con todo su corazón que esta vez no fuera su culpa.
Hedwig se mostraba inquieta, parada sobre su jaula.
Tranquila… veré que es lo que sucede.
Como un flash el muchacho recordó las palabras de Ginny: “…observa atentamente tu entorno para saber con que puedes llegar a contar…” Harry examinó la habitación con más detenimiento: Una cama, la mesa de luz, la jaula de su lechuza colgando de un gancho amurado en la pared, un escritorio y un placard empotrado. Fue hacia el escritorio y revisó los cajones, estaban vacíos, lo mismo sucedió con la mesa de luz. Dentro del placard encontró solamente un kit de primeros auxilios con una correa para colgarlo al hombro.
Puede que lo necesite. –Se dijo al considerar su falta de conocimiento sobre hechizos sanadores.
Se colgó el pequeño bolso y salió de la habitación con sumo cuidado intentando no hacer ruido. El pasillo también estaba iluminado por las mismas luces rojas. Unos metros más adelante en dirección hacia el otro pasillo que lo cruzaba y comunicaba con el ascensor, Harry pudo ver un bulto en el suelo… Más que eso… Alguien… totalmente destrozado. Las paredes estaban manchadas de un rojo más oscuro del que aportaban las luces… sangre…
Sintió nauseas, nada en el mundo mágico lo había preparado para esto y por su mente cruzó la idea de que el Avada Kedavra era una bendición al lado de esa forma de morir. Se acercó un poco, lo suficiente como para saber quien era…
Crabbe… –Dijo en un murmullo.
No podía decir que le doliera pero por lo que le dijo Ginny, definitivamente no se merecía terminar así…
¡Ginny!
Tenía que encontrarla, debía asegurarse de que estuviera bien. Si algo llegaba a sucederle… Retrocedió sobre sus pasos y volteó para dirigirse al otro pasillo, el que daba a la habitación de ella. La puerta estaba abierta y la habitación vacía, no había rastros de sangre ni señales de lucha. Comprobó la habitación contigua, la de Malfoy, mismo caso.
Sabía que para llegar al elevador tenía que pasar sobre el cadáver pero prefería no hacerlo. Probó suerte con la puerta que se hallaba al fondo del pasillo. La abrió y la vista de Harry se perdió en la negrura que reinaba en ese ambiente, solo un par de luces rojas parpadeantes sobre la puerta. El lugar parecía ser inmenso y a su izquierda pudo ver otro par de luces que debían señalar otra puerta. El muchacho no tubo dudas, esa era la puerta que debía dar al pasillo del elevador.
Lumus –conjuró Harry.
Quizás se arriesgaba a ser visto pero necesitaba saber por donde iba. A la luz de la varita pudo notar que había escalones que descendían hacia la negrura y a los lados lo que parecían ser… ¿Gradas?
Lumus Máxima.
La luz inundó buena parte del lugar, a su alrededor, y Harry pudo comprender donde se encontraba. Era un estadio de quiddich. Tan vasto, tan espectacular que hacía que, a su lado, el estadio de las finales que él había presenciado fuera solo un bosquejo de un niño de tres años. Estaba totalmente esculpido en la roca con miles de estalactitas pendiendo de su techo. Era como un sueño… un sueño que, lamentablemente, le hacía perder tiempo.
Corrió hacia la otra puerta deseando que estuviera en lo correcto y se alegró cuando comprobó que así era. Pero la sonrisa de su rostro se apagó al ver otro cuerpo tirado en el piso, apenas pasando la intersección de donde partía el pasillo que daba a su habitación.
Nox.
Ya no tenía opción, se apresuró echando un vistazo en el interior de cada habitación que pasaba. Todas estaban en la misma condición, sin rastros de nada. Al acercarse al cuerpo comprobó que se trataba de Goyle. El mismo caso. Su cuerpo destrozado y la sangre bañando las paredes. Harry reprimió las ganas de vomitar y pasó sobre él sin volver la vista atrás. Se paró frente al ascensor y oprimió el llamador pero nada sucedió. Había sido muy optimista, era cosa segura que en caso de emergencia el elevador quedara fuera de servicio. Pero… ¿Qué iba a hacer ahora? No conocía otra manera de acceder a los otros niveles.
Harry retrocedió de un salto y levantó la varita preparado para defenderse. De la pared izquierda, a casi un metro de distancia del elevador, una pequeña puerta se abrió y el muchacho vio asomarse la cabeza de su primo.
¡Dudley! –Dijo él, agradecido de ver una cara familiar.
El otro no respondió, simplemente asomó un poco más su cuerpo y apuntó a Harry con algo parecido a un arma. Él no pudo reaccionar a tiempo y una bola de luz amarillenta disparada por su primo le pasó por al lado. Menos de un segundo después escuchó el impacto, un sonido como el del rugido del fuego y un ruido de pinzas que le resultó familiar… Arañas. Harry se dio vuelta, una de ellas estaba semi-carbonizada en el piso mientras que otras tres se acercaban rápidamente.
¡Araña Exumai!
El hechizo de Harry dejó a una fuera de combate mientras que su primo se cargaba a las otras dos. Dudley se acercó a la que le había disparado él y la remató sin dudarlo.
No tengas piedad, Harry. Ellas no van a devolverte a cortesía. –Le aconsejó su primo.
Es el mejor hechizo contra arañas que conozco. –Se excusó él.
Pues por si no lo sabías, solo las deja inconscientes. Usa el Avada Kedavra o toma un rifle de plasma como este –le indicó mostrándole su arma– pero no tengas piedad con ellas.
Dudley vio el cuerpo de Goyle y bajó la cabeza. Harry lo escuchó murmurar una pequeña plegaria que no pudo reconocer.
¿Viste a alguien más? –Le preguntó su primo.
A Crabbe… Lo siento…
Maldición…
Dudley… ¿Que sucede? ¿Cómo pudieron entrar las arañas? –Le preguntó Harry.
No entraron solas… –Le soltó simplemente– Alguien nos traicionó.
¿Quien?
Es lo que trato de averiguar.
El sonido de un aleteo los hizo ponerse nuevamente en guardia. Hedwig surgió del otro pasillo volando a la mayor velocidad que sus alas podían proporcionarle, pero no surgió sola, detrás de ella otra araña apareció pegando un salto directo hacia la pobre lechuza.
La varia de Harry fue más rápida que el rifle de Dudley, un destello verde terminó con la vida de la araña… aunque demasiado tarde.
¡Hedwig! ¡No!–Gritó el muchacho.
Su primo lo tomó del torso obligándolo a retroceder.
No hay nada que puedas hacer. Lo siento, Harry. No podemos quedarnos aquí. Entra en los túneles de emergencia. ¡Ahora!
No puedo dejarla…
¡Yo estoy dejando a dos buenos amigos, destrozados, en el suelo! ¡Se lo que se siente! ¡Haz lo que te digo!
Por más que lo intentara Harry no podía oponer resistencia a la musculatura de su primo. Volviendo una última mirada a los restos de su lechuza, hizo lo que él le indicó. Se metió en el túnel y avanzó gateando unos metros hasta un compartimiento con mayor altura. En la pared del fondo, el muchacho pudo ver una escalera sujeta al muro. Arriba y abajo se abrían dos túneles que deberían acceder a los otros niveles, ambos parecían cerrados por una especie de velo azul de energía. Dudley apareció tras él y usando un pequeño panel activó otro velo igual, sellando así el túnel por el que habían venido.
Campos de energía, por si esas malditas logran arrancar la escotilla… –Le informó su primo.
¿Sabes si Ginny…? –No pudo terminar la pregunta, una punzada le atravesó el pecho temiendo lo peor.
No, lo siento. Hará poco menos de media hora que atraqué con el D-1 en la bahía. Las reparaciones del satélite llevaron más tiempo de lo previsto. Cuando recibimos la señal de emergencia volvimos lo más rápido que pudimos y por hacerlo casi quemo la nave en el reingreso a la atmósfera. –Harry lo escuchaba callado mientras desactivaba el campo de energía que cortaba el acceso al nivel superior– Los Creevey se quedaron atrincherados en el D-1, mientras yo me adentraba en los túneles de emergencia para poder averiguar que sucedía.
Dudley se colgó el rifle al hombro y comenzó a subir lentamente sin dejar de ver el final del túnel, no quería que nada lo sorprendiera.
Tenemos un protocolo que seguir en estos casos: Recabar información de la computadora principal, fijar el sistema de autodestrucción, y abandonar la base. Pero estando tú aquí la prioridad es llevarte sano y salvo a la segunda base. Mucho me temo que tanto Vincent como Gregory lo intentaron sin suerte. –Harry se sintió todavía peor.
Crabbe y Goyle habían muerto intentando protegerlo. Se sintió terrible por no haber tenido la posibilidad de conocerlos como verdaderamente eran, de no haber podido ver detrás de sus personajes y se juró que aquel que fuera el culpable pagaría con creces lo que les había echo a ellos y a Hedwig.
Como el quinto nivel, “Seguridad”, estaba bloqueado comencé a ascender con la esperanza de alcanzar la computadora principal en la sala de comando y, de ser posible, dar contigo.
¿No te encontraste con nadie más? –Le preguntó Harry mientras trepaba por la escalera siguiéndolo.
Solo con Charlie, lo encontré en la enfermería… lo siento, no pude hacer nada por él, cuando llegué ya estaba muerto. –Harry intentó despejar su mente, impedir que el dolor de la perdida del hermano de Ginny, uno de sus amigos, lo terminara paralizando.
¿Como…? –Apenas pudo pronunciar.
Solo sé que tenía una herida profunda en el pecho. Pero lo curioso es que no llegó ahí solo, alguien intentó pararle la hemorragia sin éxito, por lo visto no fuiste tú y tampoco Gregory o Vincent.
Su herida... ¿Arañas?
No, Harry. Lo que mató a ellos tres no fueron arañas. Crabbe y Goyle murieron por una explosión de magia antigua. Charlie la sacó un poco más barata pero no lo suficiente. Fue alguien de la propia Hermandad, Harry. Nadie más tiene esa clase de poder. Lo que puedo suponer es que las arañas solo estaban vigilando tu habitación. Tu cuarto es inteligente, puede detectar cuando estas dentro en estado inconsciente, y se cierra de tal modo que solo puede ser abierto desde el interior. Fue una medida de seguridad que impuso Goyle, como último recurso, para que nadie pudiera sorprenderte durmiendo y, por lo visto, funcionó.
Ambos alcanzaron el nivel superior. Dudley se detuvo antes de entrar en el túnel que llevaba al pasillo del primer nivel.
Harry, quédate detrás de mí y si algo llega a pasarme no lo dudes, vuelve a meterte en el túnel y séllalo con el campo de energía. El código que los controla es: cuatro, cuatro, nueve, dos. Luego baja al cuarto nivel y huye con Dennis y Colin en el D-1, ellos sabrán que hacer.
Harry no respondió. No pretendía dejar a su primo como había hecho con Hedwig. Lo defendería con su vida si era necesario. Pero el muchacho pareció adivinarle el pensamiento.
Harry, tú eres lo único importante aquí. Si no haces lo que te pido el sacrificio de todos los demás será en vano. Tú eres la clave para vencer a Voldemort. Nosotros no somos más que un instrumento. Tú eres indispensable, nosotros no.
Bonito discurso”, pensó él, “lástima que ya estaba demasiado trillado”.
Harry inclinó la cabeza en forma de afirmación. Aunque no se proponía cumplir la promesa, era indispensable que su primo creyera que sí.
Dudley gateó por el túnel hasta alcanzar la escotilla, la abrió y se asomó con cuidado. Harry lo siguió y cuando salió del túnel pudo divisar la mano de alguien en el piso, apenas asomando de la entrada del comedor. Ambos caminaron con cautela por el pasillo. Al acercarse lo suficiente, pudo ver de quien se trataba y le dio un vuelco el corazón. Sintió que las piernas le flaqueaban y cayó de rodillas al lado del cuerpo de su amigo, Ron. Este estaba boca abajo, sobre un gran charco de sangre y por el rastro que había dejado en el piso intuyó que se había arrastrado hasta la puerta usando el resto de sus fuerzas. Harry lo volteó con cuidado y su amigo emitió un leve quejido.
¡Está vivo! –Exclamó Harry.
¡Rápido! –Dijo su primo mientras se arrodillaba a su lado– Dame el kit médico.
Harry se lo descolgó lo más rápido que pudo y se lo pasó. Ron tenía una herida profunda en el pecho que sangraba profusamente. Dudley abrió el bolso, tomó toda la gasa que había dentro y la puso sobre la herida.
Oprime con fuerza Harry, debemos parar la hemorragia a como de lugar. –Le indicó su primo.
Él así lo hizo mientras Dudley volvía a revisar el bolso. Sacó un frasco con un líquido azul.
Esto es coagulante –Le explicó mientras abría el frasco. –Cuando yo te diga quita la gasa para que pueda rociar la herida y apenas termine vuelve a oprimirla… ¡Ahora!
En apenas un momento Dudley le vació el frasco sobre la herida y Harry volvió a presionarla.
Tenemos que llevarlo a la enfermería cuanto antes. No puedo tratarlo, pero si lo criogenizamos a tiempo podremos curarlo luego. –Dijo mientras se incorporaba.
Puedo aparecernos a los tres. Se donde está.
No, Harry, no puedes. Hay un hechizo y un campo amortiguador que evita que nadie se pueda aparecer dentro de la base. Haré lo posible para poner en línea los teleportadores internos o el elevador en su defecto. –Dijo mientras corría hacia la sala de comando.
Me…nudo… prob…lema… –Dijo Ron con suma dificultad. –No te… preocu…pes… por mi….
Harry sonrió.
Guarda tus fuerzas, Ron.
Ayuda… a Herm...
Harry miró por primera vez con detenimiento el interior del comedor y sintió que el poco alivio que había alcanzado al escuchar hablar a Ron se desvanecía por completo. Allí entre los pedazos de mesas y sillas se hallaban los restos de su amiga. Totalmente irreconocibles salvo por la parte de pelo castaño que aún se encontraba intacto.
Las lágrimas comenzaron a bañar su rostro.
Ella esta bien… –Mintió Harry ¿Que otra alternativa le quedaba?– Ella te espera en la madriguera.
N… no sabes… men…tir –Le reprochó Ron, mientras que la vida se le escurría de su cuerpo.
¡No te rindas, Ron! ¡No me dejes! Te necesito, amigo…
El muchacho levantó su mano con gran esfuerzo y tomó la de Harry.
Ha…rry él… nos traici…onó…
¿Quién?
No… teng…as piedad… Har…ry… –Le exigió su amigo con los ojos encendidos de furia y quemando así su último aliento le dijo– ¡Mátalo!
¡Ron! ¡RON! –Gritó Harry, pero ya nada podía hacer. Su amigo Ronald Weasley había muerto.
El muchacho se dejó caer sobre el cuerpo de su amigo totalmente abatido. Lloró… Lloró por Ron, por Hermione, por Charlie, y por todos los demás… Lloró, pero se terminó reprimiendo... Primero debía encargarse del asesino, luego lloraría por todos ellos.
Se incorporó lentamente mientras que las últimas palabras de Ron volvían a su mente: “Él nos traicionó” “No tengas piedad. Mátalo”. Entonces lo comprendió. Quizás había sido Ginny la que intentó ayudar a Charlie, el traidor era un hombre y… solo le quedaban Percy o… Draco…
Comenzó a caminar hacia la sala de comando con paso pesado pero decidido. Mataría al traidor, no importa quien fuese... Lo torturaría hasta que su voluntad se quebrara y alcanzara la demencia y luego lo mataría de la forma más dolorosa posible.
Dudley se hallaba frente a la computadora.
Solo un minuto más, ya casi los tengo calibrados…
Tarde… –Contestó Harry.
Su primo bajó la cabeza y cerrando los puños con fuerza se alejo unos pasos de la consola.
¡¿Por qué, mierda?! ¡¿Por qué?! –Gritó Dudley, totalmente frustrado.
Solo nos quedan dos sospechosos… –Declaró Harry.
En su mente quería creer que Fawkes no había errado en su juicio, pero si el mismo Dumbledore se había equivocado… Que confianza podía depositar sobre un simple fénix que se suponía que ya no debía obedecer a nadie…
Uno querrás decir… –Lo corrigió su primo –Esa mancha que ves en la pared… son los restos de Percy.
Harry dirigió su mirada hacia donde le indicaba su primo y pudo observar lo que apenas se delineaba como una silueta negra en el muro y restos de carbón dispersos en el piso.
Lo se por el escáner –dijo mostrándole una especie de computadora de mano –Hay rastros de su ADN en toda esa sección.
Entonces tenía razón, solo quedaba uno.
Draco… –Sentenció Harry.
Me temo que fue el primero en caer, lo mataron por la espalda en el pasillo que da a la sala del teleportador. –Finalizó en voz baja.
No podía ser… si Draco estaba muerto, entonces… Harry fue hacia el lugar que le marcó Dudley. Tenía que verlo con sus propios ojos.
Ahí estaba, con una gran herida en la espalda. El mismo caso de antes, solo que a él lo habían matado a traición. No había duda de que el traidor debía ser alguien de confianza, de otra forma sería difícil que Draco le diera la espalda. Era alguien de la propia Hermandad, de eso ya no había duda, pero no quedaba nadie a quien culpar.
Dudley dijo que quedaba uno, de seguro se refería a Ginny, pero Ron dijo “el”, no “ella”… entonces…
Harry, volvió al salón de comando con la varita en alto. ¿Cómo podía haber sido tan ciego? Todo el tiempo lo tuvo frente a él… solo quedaba un sospechoso. Dudley estaba frente a la computadora dándole la espalda, habría sido fácil matarlo de esa forma, pero él era mejor que eso.
Dijiste que solo quedaba un sospechoso. Sé por boca de Ron que no fue Ginny, así que dime, Dudley, ¿Quién queda? ¿Quién es el último sospechoso? –Preguntó Harry mientras lo apuntaba por la espalda.
Estoy accesando a las cámaras de vigilancia, pronto lo verás por ti mismo. –Le contestó su primo pero apenas un instante después se quedó inmóvil, como si recién se hubiera dado cuenta de algo.
Lentamente se volteó, tenía el rifle de plasma colgado en la espalda por lo que estaba en seria desventaja.
Harry, baja la varita.
No… fuiste tú. Tú los mataste, eres el único que queda con vida. Pensabas echarle la culpa a Ginny, pero cometiste un error. Ron te vio.
Pero…
¿Vas a decirme que eso no lo hizo un rifle como el tuyo? –Dijo Harry señalando los restos de Percy.
¿Acaso te volviste loco?
No. ¡Tú eres el maldito maniático! ¡Asesino! ¿Tanto me odias, Dudley? ¿O es que Voldemort ya compró tu lealtad?
¡Harry, deja de decir estupideces, yo no fui! ¡Pregúntale a los Creevey!
Muy conveniente. –Dijo Harry mirando por sobre el hombro de su primo– Lástima que ya no puedan volver a hablar.
Dudley volteó. En la pantalla se podía ver la imagen de una de las cámaras de seguridad del hangar. Allí en el suelo, se podían ver los cuerpos de Colin y Dennis cubiertos de sangre.
¡No! –Gritó Dudley. Su reacción fue tan natural que hizo dudar a Harry.
Sin perder tiempo accionó unos controles que ampliaron la imagen. No había duda, eran ellos y era más que evidente que estaban muertos.
Madriguera llamando a Baires. El nido ha sido comprometido, prepárense para recibir el paquete. –Dijo Dudley mientras oprimía un botón de la consola.
Aquí Baires. Listos para recibir el paquete. Transfiere los datos de la computadora y danos un reporte de la situación, Dudley.
Transfiriendo datos… Nahuel, tenemos un traidor en las filas. Dos sobrevivientes, y una desaparecida. Los demás están muertos. Teleportaré a Harry de inmediato. De ahora en más están por su cuenta. Cambien los códigos de comando y sigan el protocolo. Yo me encargaré del traidor.
Datos recibidos. ¿Algo más?
Sí, cuando la veas… dile que la amo. –Dijo Dudley antes de terminar la comunicación.
Harry se había quedado inmóvil. Su cerebro no podía asimilar lo que acababa de pasar.
Harry, tengo que sacarte de aquí. –Dijo su primo.
Una puerta oculta en el muro se abrió deslizándose dentro de este.
Entra en la cámara de transporte, ahora. Estarás a salvo en la segunda base. Yo me haré cargo del maldito que hizo esto.
¿Cómo puedo saber que dices la verdad, que no es un sucio truco para que te de la espalda?
Porque si hubiera querido matarte lo habría hecho en el mismo momento en que me asomé al pasillo. ¡Te debo mi vida! Déjame pagártelo. Métete en la cámara de una vez…
Harry ya no lo escuchaba, su vista se centraba nuevamente en el monitor. La imagen había cambiado. Ahora podía ver a Ginny retorciéndose en el suelo y a alguien parado a su lado, apuntándole con la varita. El muchacho no supo quien era pues llevaba una capa con capucha que le cubría el rostro… La estaba torturando.
Ginny…
Dudley, miró la pantalla y le adivinó el pensamiento. Intentó sujetar a Harry pero era demasiado tarde, ya corría hacia el pasillo.
¡Activa el elevador! ¡Ya!
Ya lo intenté pero no responde, esta anclado en el quinto nivel –Le respondió mientras se lanzaba a correr tras él.
Harry no lo dudó, tomar los túneles de emergencia le consumiría mucho tiempo. Solo había una forma rápida de llegar.
¡Bombarda!
La puerta del elevador estalló en pedazos cayendo hacia el interior del mismo.
¡Harry! ¡No! –Le gritó su primo pero ya era tarde.
Harry saltó al vacío y comenzó a caer.
¡Arresto Momentum! –Dijo apuntándose a sí mismo.
El hechizo funcionó. La velocidad de su caída comenzó a disminuir cuando apenas había pasado la puerta de segundo nivel. Harry comprendió que la distancia entre piso y piso era realmente considerable. Mejor para él…
Cuando pasó el tercer nivel apuntó a la cuarta puerta. Aquí debía ser un poco más silencioso.
¡Diffindo! –Dijo realizando un pequeño círculo con la varita.
El conjuro cortó la puerta.
¡Filipendo!
El hechizo la golpeó haciendo que la parte cortada cayera hacia adentro.
¡Carpe Retractum! –Dijo en el momento en que la pasaba de largo.
Harry sintió que el lazo realizado por el conjuro se aferraba a algo y comenzaba a retraerlo haciéndolo pasar limpiamente por el agujero de la puerta. Aterrizó sobre sus pies sin problemas y comenzó a correr hacia la puerta grande que se encontraba al fondo del pasillo. No necesitó hacer nada, la puerta se abrió automáticamente cuando estuvo lo suficientemente cerca y la cruzó sin dudarlo.
El lugar estaba iluminado solo en el sector próximo a la puerta con las ya típicas luces rojas, el resto estaba bañado en sombras. No llegaba a ver la supuesta nave pero, por lo que llegaba a adivinar, el lugar debía ser tan grande como el estadio que había visto antes, o quizás aún más. Pero esto no le importaba en lo mas mínimo, la única razón por la que se había lanzado al vacío era para llegar a ella, y allí estaba Ginny, de rodillas, frente a la figura encapuchada y dándole la espalda a Harry. Ese debía de ser el traidor. Harry no tubo necesidad de pensar, apuntó con su varita y lanzó la maldición.
¡Avada Kedavra!
La maldición le pasó de largo, pues el sujeto alcanzó a agacharse a tiempo. Casi al instante se volvió a incorporar, pero lo hizo tan bruscamente que la capucha se le deslizó hacia atrás, revelando su rostro.
Harry se quedó totalmente petrificado, podría haber desconfiado de todos salvo de él, y, por un momento, la imagen de otra persona cruzó por su mente. Al fin pudo entender por qué su padre cometió el error de confiar en Peter, ahora la situación se había vuelto a repetir.
Neville…
Al fin te unes a la fiesta, Harry. Espero que las arañas no hayan sido demasiado problema… –Le dijo Neville con una sonrisa maliciosa.
No era la misma persona que él recordaba… aunque, a decir verdad, nadie era quien decía ser. Harry abrió la boca para lanzar otro hechizo pero no pudo hacerlo, Neville fue más rápido. Su varita voló por el aire, cayendo lejos de él. Ahora se encontraba indefenso…
La ironía era que siempre había estado indefenso frente al poder de la Hermandad, una varita no era arma suficiente frente a lo que ellos llamaban “magia antigua”.
Vamos, Neville. Mátame si quieres, pero deja vivir a Ginny. Voldemort te envió por mi ¿Verdad?
¿Dejarla? ¿Con que sentido? Ya no me es de utilidad.
Apenas dicho esto, una esfera de luz blanca salió de su mano e impactó directamente en Ginny.
¡NOOO…! –Gritó Harry con toda su alma.
Todo lo que podía ver era sangre… su cuerpo totalmente despedazado…
¡Maldito!
Las lágrimas comenzaron a bañar su rostro. Cayó de rodillas preso del dolor lacerante que sentía en su pecho. Le habían quitado todo, hasta lo que más amaba: Ginny. Todo el dolor que había intentado reprimir después de ver muertos a sus dos mejores amigos, lo inundó completamente. Sentía que se ahogaba, cada inhalación solo le provocaba más dolor, y entonces sucedió. Todo ese dolor que sentía comenzó a trasformarse en odio, un inmenso odio, salvaje, demoníaco.
Súbitamente, por el rabillo del ojo derecho, pudo ver un flash de luz blanca. Neville también lo capto y logró esquivar el primer disparo de plasma, pero no fue lo suficientemente rápido para adelantarse a Harry. El muchacho, reanimado con las fuerzas que le proporcionaba ese odio casi inhumano, se lanzó hacia su varita. La tomó mientras rodaba por el suelo y no necesitó decir las palabras, un haz de luz verde salió de esta y le dio de lleno a Neville. Este se quedó inmóvil un momento con la vista perdida y el segundo disparo de plasma impactó en él, y también el tercero, el cuarto, el quinto… para cuando Dudley soltó el gatillo del rifle, ya solo quedaban un montón de cenizas.
Harry cerró los ojos. Lo había hecho, había matado a un ser humano… no, había matado a un traidor, un asesino, y se sentía bien el haberlo hecho. Pero todo ese odio que sentía comenzó a desvanecerse y el espacio que había llenado volvió a ser ocupado por el dolor. El muchacho cerró los ojos y se entregó a él.
Entonces sintió que alguien aferraba su brazo.
Vamos, ponte de pie. Esto no aún no ha terminado. –Le dijo su primo.
Harry abrió los ojos. ¿A que se refería con que no había terminado? Había perdido todo. ¿Que sentido tenía seguir luchado?
Vamos, aún estás en peligro, tengo que sacar...
Un destello verde surgió a espaldas de Dudley y su mirada se volvió vacía, sin vida. El cuerpo de su primo se desplomó encima de él.
Dudley… –Dijo Harry mientras lo hacía a un lado.
Su primo estaba muerto, asesinado por la maldición imperdonable… levantó la vista y vio que una figura surgía de entre las sombras. Al igual que Neville, llevaba la cabeza cubierta con una capucha. Inmediatamente, Harry levantó la varita, pero esta salió volando de su mano. Nuevamente se enfrentaba a la magia antigua.
El sujeto se quitó la capucha y Harry se sintió totalmente abatido. Ya le era imposible soportar la traición de un amigo y ahora tenía que enfrentarse a la de otro.
Hola, Harry. –Le soltó Dean, como si nada.
Tú también… –Dijo Harry con apenas un murmullo.
Vamos… ¿De verdad llegaste a pensar que Neville era lo suficientemente inteligente como para hacer el solo toda esta obra de arte? Pues déjame decirte que únicamente fue un peón, al igual que todos los demás.
Harry dirigió la mirada a su varita, estaba demasiado lejos. Entonces reparó en otra cosa. El rifle de plasma se encontraba a su lado, cubierto por el cuerpo de su primo. Dean siguió acercándose lentamente con una sonrisa en su rostro. Parecía estar saboreando el momento y ese era su error.
Harry tomó el rifle con cuidado, intentando no moverse de más, Dean no podía ver lo que hacía y tampoco parecía estar prestando demasiada atención. Solo debía levantarlo y disparar, tenía la ventaja, podía matarlo… ¿Y entonces que? ¿Así sería siempre? Ya no le quedaba nada porqué luchar. Sin Ginny, sin sus amigos, su vida no tenía sentido. Por que no aprovechar la salida fácil. Siempre habría de existir otro mago oscuro… Dumbledore venció a uno ¿Para que? ¿Solo para caer frente a otro? ¿Esa era la vida que le esperaba?
Harry alejó su mano del arma, cerró los ojos y se entregó…
Bueno, Harry. Aquí es donde todo termina… ¡Avada Kedavra!
El muchacho no sintió el golpe… solo oscuridad… y una voz…
–“Simulación terminada”.

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