Capítulo VI: «Una vida plagada de mentiras (la verdad)»


Capítulo: 6




Una vida plagada de mentiras (la verdad)”


Harry corría tan rápido como su humanidad se lo permitía. Sus reflejos de buscador de quiddich le permitían esquivar la mayoría de las ramas y raíces que le obstaculizaban el camino… pero no todas. Rasguños en los brazos y moretones en las piernas eran el resultado de las caídas, y cada una de esas caídas lo demoraba más y más.

Quizás fuese solo su imaginación pero el bosque parecía cerrarle camino. No podía entender como ella podría haberle sacado tanta ventaja. Debía de haber ocultado algo más que su simple apariencia. Pero los pensamientos de reflexión eran fugaces en su mente, solo debía concentrarse en correr, en acortar la distancia. Tenía que alcanzarla porque ya no le importaba quien era ella en realidad. Lo único que sabía a ciencia cierta era que la amaba, la amaba con toda su alma y no iba a perderla como a toda su familia.


El grito de Molly Weasley fue desgarrador. Le habían arrebatado a su pequeña Ginny, su hija, el tesoro de la familia.

¡Mientes! –Gritó Harry.

¡Esta muerta! He ocupado su lugar durante años y nunca ninguno de ustedes ni siquiera lo sospechó. –Le espetó la joven.

No… no puede ser verdad… –Replicó el muchacho.

Un hechizo lanzado quizá por uno de los Weasley pasó por al lado de Harry, directo hacia Lily Black y ella lo desvió golpeándolo con el dorso de su mano, al tiempo que su cuerpo adquiría un brillo blancuzco. Con otro movimiento hizo que las varitas de todos salieran despedidas de sus manos, dejándolos totalmente a su merced.

¿Realmente crees que un estúpido Desmaius podría vencerme, Bill? –Le preguntó la joven y lanzó una risotada– Son todos unos ilusos. No tienen ni la más remota idea de a quien se están enfrentando.

¡¿Que hiciste con Ginny?! –Volvió a preguntar Harry.

¡Yo no hice nada! ¡Fuiste tú! –Le repico ella– ¿Acaso ya lo olvidaste? “Sus huesos descansarán en la cámara por siempre”. Tú tienes la culpa de su muerte. Tú y tu maldita indiferencia.

Su segundo año de Hogwarts le volvió a la mente. Riddle había llevado a Ginny a la cámara secreta, iba a sacrificarla para poder volver a tomar una forma corpórea. Pero él había destruido el libro que contenía el trozo del alma de Voldemort, rescatando así a Ginny. Él la había salvado. Lo que decía la joven no tenía sentido.

Yo salvé a Ginny, la saqué sana y salva de la cámara. ¡Lo que dices es una locura! –Le replicó él.

Te equivocas… Fue a mí a quien sacaste de la cámara, no a ella. Si siquiera hubieras prestado atención, te habrías dado cuenta de que algo andaba mal, pero tú nunca te dignas a ver más allá de tus narices.

¿Podía ser eso posible? ¿Podría Riddley haberlo engañado? Harry sintió que sus piernas le flaqueaban. Si lo que la joven decía era cierto, su afirmación escondía otra verdad, una verdad que no estaba dispuesto a asumir.

Acéptalo, Harry, tú no te enamoraste de la tímida y dulce Ginny, te enamoraste de mí. Jamás te habrías fijado en ella. –Le señaló fríamente.

Un sonoro crack los hizo desviar la vista, a un par de metros apareció Charlie. Vio la escena frente a él y no pareció sorprenderse.

Lily, espera. –Llegó a decir el muchacho pero la joven echó a correr hacia el bosque.

¡¿Tú sabías de esto?! –Le gritó Bill.

No hay tiempo para discusiones. –Lo frenó Charlie.

¿Cómo que no hay tiempo? Maldito infeliz, tú lo sabías y no nos lo dijiste.

Su hermano lo ignoró y se acercó a Harry que se encontraba en estado de shock.

Escúchame. –Lo apremió mientras posaba su mano en el hombro del muchacho–No puedo explicarte todo ahora, pero debes confiar en mí. No importa lo que te haya dicho, ve tras ella. Temo que cometa una locura, necesita que estés a su lado, que le digas lo que sientes. Alcánzala, ella te lo explicará todo… Ahora ve directo hacia el claro donde siempre practicamos quiddich y luego sigue hacia el sur, cruzarás un pequeño arrollo y luego encontraras otro claro con un gran árbol en el centro. Al pié del árbol encontraras una roca blanca. Pon tu mano sobre ella y pronuncia tu nombre. ¡Ve, no pierdas tiempo!

Harry no supo como, pero sintió que las fuerzas volvían a su cuerpo y echó a correr. Se volteó un momento cuando Charlie gritó su nombre y le arrojó su varita.

Puede que la necesites. –Le dijo simplemente.

El muchacho reanudó la carrera olvidándose de lo que dejaba atrás. Cruzó la primera hilera de árboles, y desapareció de la vista de los Weasley.

Fred, George, ayuden a llevar a mamá hasta la casa. Allí les explicaré todo. –Dijo Charlie.



Harry llegó al pequeño arrollo que cruzaba el bosque, se quitó las zapatillas y lo vadeó lo mejor que pudo. Tenía unos cinco metros de ancho en esa parte, pero, en ese momento, la profundidad máxima no le sobrepasaba las rodillas. El muchacho se alegró de su buena suerte ya que la pendiente en cada orilla atestiguaba que el nivel del agua podía sobrepasar el metro de profundidad además de que el lecho pedregoso que se vislumbraba a través del agua clara le daba a entender que la corriente en ese punto podía ser bastante traicionera.

Una vez sorteado el arrollo, volvió a ponerse las zapatillas y reanudó la carrera, no importaba cuanto se sobreexigiera, no parecía estar acortando la distancia. Luego de un par de minutos realizó otra parada para chequear que estuviera siguiendo el rumbo correcto. El hechizo brújula le demostró que sí y comenzó a correr nuevamente.

El bosque comenzó a hacerse más denso, lo que le obligó a cambiar la carrera por un trote. Las ramas se le aparecían de la nada y las raíces parecían sobresalir de más únicamente en el camino que debía seguir. Pero no pudo pensar mucho en esto ya que más adelante vio como se abría otro claro y se detuvo al llegar a él.

No pasaba de los treinta o cuarenta metros de diámetro y justo en el centro se hallaba un inmenso árbol que Harry no pudo reconocer. Tenía una copa ancha y sus grandes raíces sobresalían de la tierra creando pequeños escondrijos.

Apenas avanzó un par de pasos dentro del claro, sintió que algo lo golpeó desde un costado y lo hizo caer al suelo. Mientras se incorporaba pudo ver a una bestia alada de color ocre agazapada, lista para atacar. La parte delantera del cuerpo era similar a la de un águila, pero su parte posterior tenía las características de un gran felino, quizás un león. La palabra “grifo” reverberó en la mente del muchacho.

Harry levantó la varita indeciso, había llegado a trabar amistad con un hipogrifo, pero sabía que los grifos eran mucho más peligrosos, especialmente si estaban protegiendo algo. La bestia amagó con saltar sobre él pero se contuvo.

¡Jantti! ¡Déjalo! –Gritó Lily– Puede que sea un idiota pero aún así lo necesitamos.

El Grifo retrocedió lentamente para dejarlo pasar sin quitarle los ojos de encima. El muchacho se acercó lentamente al árbol. Ella estaba sentada en una de las grandes raíces. Harry se detuvo a un par de metros, sentía que las piernas ya no le respondían, estaba exhausto, y cayó de rodillas sobre la suave hierba.

El gran Harry Potter, rendido solo por haber corrido un par de kilómetros. –Le soltó la joven con sarcasmo– ¿Realmente piensas que estás en condiciones de vencer a Voldemort? Eres un completo idiota. Te aplastará como si solo fueras una hormiga.

Harry no había recorrido toda esa distancia solo para recibir insultos, no iba a permitir que esa joven lo rebajara de esa manera, no importaba cuando amor pudiera sentir por ella.

Pues así como me ves pude vencerlo en cinco ocasiones. Así que no te gastes en intentar humillarme. Se muy bien de lo que soy capaz. –Replicó el muchacho.

¡¿Cinco ocasiones?! Nombra alguna que no haya sido por pura suerte. Dime siquiera una donde realmente supieras lo que estabas haciendo, donde no recibieras ayuda de nadie… solo te vanaglorias de tu suerte… –Le recriminó ella– ¡Eres patético!

¡Y tú una simple habladora! ¡Al menos yo me enfrenté a él! ¡Intenté proteger a mis amigos y sí, tal vez triunfé de pura suerte, pero al menos lo hice! En cambio, lo único de lo que tú puedes pavonearte es de haberte hecho pasar por la hermana de mi amigo Ron. ¡Vaya heroína! –Le retrucó él.

En apenas un pestañeo la joven se acercó a Harry y le dio una bofetada, sin que el muchacho pudiera siquiera reaccionar.

No te atrevas a insultarme de nuevo porque juro que haré que te arrepientas… –Le advirtió mientras sus ojos verdes adquirían un brillo intimidante.

Vamos, tortúrame si quieres. –La incitó Harry haciendo acopio de toda su valentía– ¡O mátame si eso no te satisface! Solo eres una niña malcriada con demasiado poder. No sabes lo que es enfrentarse a Voldemort, no tienes idea de lo que me ha hecho.

¿Lo que te ha hecho? ¿Crees que eres el único que al que Riddle hizo daño? ¡Tú no tienes ni la más remota idea de lo que es despertarse con las manos cubiertas de sangre y no poder recordar nada! ¡No sabes lo que es enterarte de que un compañero se encuentra en la enfermería, presuntamente muerto, y tener la absoluta certeza de que eres tú el asesino! ¡No sabes lo que es estar seguro de que el próximo va a ser uno de tus amigos y ya no tener siquiera una vana esperanza de evitar que termine convirtiéndose en realidad! No te atrevas a decirme que Riddle te hizo más daño que a mí… no te atrevas siquiera a pensarlo. –Le espetó mientras las lágrimas comenzaban a bañar su rostro.

El muchacho no respondió, sabía el significado de sus palabras. Solo se incorporó lentamente y la abrazó.

Te amo Ginny, te amo con toda mi alma… –Le susurro el muchacho mientras el cabello de la joven se iba tornando cada vez más rojizo.



No lo entiendo Charlie. Ella dijo… –Comenzó Bill.

Olvida lo que dijo, las cosas no son tan simples. Desde cierto punto de vista puede que ella tenga razón pero, aún así, sigue siendo Ginny. ¿Recuerdas el verano luego de su primer año en Hogwarts? ¿La forma en que se despertaba gritando por las noches debido a sus pesadillas? –Le preguntó su hermano.

Sí, lo recuerdo bien.

Te acordarás entonces que mamá y papá discutían de si era conveniente enviarla a San Mungo.

Sí, y recuerdo también que tú te opusiste. –Apuntó el mayor.

  1. ¿Y por qué crees que lo hice? Si Ginny pisaba San Mungo, terminaría internada de por vida. No había nada que los medimagos pudieran hacer por ella más que mantenerla todo el tiempo sedada. Riddley había fracturado su mente a un punto que ya no tenía retorno. –Le aclaró Charlie.

Arthur temía lo mismo, por eso decidimos no enviarla… pero al final no resultó así, las pesadillas desaparecieron antes de que terminaran las vacaciones. –Recordó Molly.

¿Y crees que desaparecieron porque sí? Él se contactó con nosotros y nos propuso un trato, si yo le hacía un pequeño trabajo, él haría que Ginny se recuperara. Acepté y cumplió su promesa.

¿De quien hablas? –Preguntó Hermione– ¿Quien es “él”? ¿Qué tiene que ver “La Hermandad” en todo esto?



Harry aún no lograba entender lo que había sucedido apenas media hora antes.

Cuéntame Ginny. –Le rogó mirándola a los ojos.

El aspecto de la chica había vuelto a ser el mismo de siempre.

Necesito saber que es lo que ocurre. Tus hermanos dicen que eres otra persona y tú les das la razón, y la forma en que puedes cambiar tu aspecto... no sabía que fueras una metamorfomaga.

Es largo de contar, Harry, y no se supone que debieras enterarte de esta manera. –Le explicó ella mientras se separaba un poco.

¿Y como debía enterarme? –Preguntó Harry.

Teníamos un plan, pero al final lo arruiné completamente.

Mira, sea como sea, ya se que pasa algo… pero no entiendo qué.

Supongo que ya no podemos empeorar las cosas, así que te lo explicaré lo mejor posible. Pero debes entender que hay cosas que no puedo revelarte pues hice un juramento que no puedo romper. –Le advirtió la pelirroja.

Entiendo, cuéntame lo que puedas. –La animó él.

Creo… que mejor será que te lo muestre. –Le dijo Ginny mientras se incorporaba.

Harry solo la siguió. La chica se acercó a una gran roca blanca de forma irregular que se hallaba entre dos de las grandes raíces.

Solo pon tu mano sobre la roca y di…

–…mi nombre. –Concluyó Harry– Charlie me dijo que lo hiciera.

Harry, antes debo advertirte que una vez que lo sepas, ya no habrá vuelta atrás. Te lo digo porque yo no tuve esa opción, la responsabilidad que acarrea este conocimiento puede ser abrumadora. –Le informó ella.

¿Mas que el estar obligado a vencer a Voldemort? –Preguntó el muchacho.

Voldemort puede terminar siendo el menor de tus problemas.

Harry no podía imaginarse algo peor pero su experiencia le había enseñado a esperar lo imposible.

Si hay algo peor que Voldemort dando vueltas entonces lo que yo quiera realmente no importa. –Concluyó él.

Los dos pusieron una de sus manos sobre la roca y pronunciaron sus nombres.

Harry Potter.

Lily Black.



Harry se encontró tocando la misma roca pero en un lugar completamente diferente. Solo recordaba una especie de blancura y casi al instante todo a su alrededor cambió. Ahora se hallaba en una habitación grande con una arcada que daba a un pasillo. Las paredes y el techo eran lisas y de un color gris claro. El piso resaltaba con un negro intenso, pulido como un espejo.

¿Donde estamos? –Preguntó él.

En el cuartel general de “La Hermandad”. –Contestó Ginny.

–“La Hermandad” ¿Que es eso?

Bueno, para resumirte la historia, te diré que se trata de una orden (por así decirlo) conformada por magos (en su mayoría). Este grupo existe desde hace más de diez mil años y fue conformado con un propósito: evitar que los magos o cualquier otra criatura alcance un nivel de poder que pueda poner en jaque a todo el mundo.

¿Y tú que tienes que ver con esta Hermandad?

Yo soy parte de ella… Hace unos doscientos años fue disuelta por sus fundadores, y luego vuelta a formar hace solo unos cuatro por… bueno, no puedo decirte quién.

Supongo que debe de ser por tu juramento… –Dedujo el muchacho.

Lo siento, de verdad quisiera contarte todo, pero no puedo. Aún así estoy segura de que no pasará demasiado tiempo antes de que puedas enterarte de todo.

Bien, supongo que la roca era algún tipo de translador aunque, a decir verdad, no se sintió así, fue… demasiado cómodo. –Dijo Harry con dejo de ironía.

Pues porque no lo es. Esa roca es la terminal de un… teleportador… –Ginny dijo la última palabra con cuidado.

Espera… ¿Te refieres a un tipo de máquina, como en las películas? –Preguntó él atónito.

Sí. Nosotros no solo usamos magia sino que también poseemos alta tecnología.

Pero se supone que la magia hace interferencia con la tecnología muggle, Hermione me lo dijo. –Objetó Harry desconfiado.

Sí, si se trata del nivel de tecnología que tú conoces, pero la que está a nuestra disposición es tan avanzada que no solo puede funcionar rodeada de magia, también puede interactuar con ella.

Harry se quedó totalmente asombrado. Tecnología y magia funcionando juntas, eso era increíble.

¿Y de donde la sacaron?

Él nos la dio… uno de los fundadores. No puedo revelarte su nombre…

Ya lo sé… tu juramento. –Volvió a deducir Harry.

No solo por eso. Los nombres tienen un gran poder. –El muchacho arqueó una ceja– Bueno, toma por ejemplo el juramento inquebrantable. Ningún mago sabe como deshacerlo, la única opción es cumplir con lo pactado. Pero existe una forma que por diversos factores ya se ha olvidado… cambiarte el nombre.

¿O sea que con solo empezar a llamarme Carlitos ya me libraría de un juramento? –Preguntó Harry con una sonrisa.

Ginny sonrió también pero luego volvió a ponerse seria.

No es tan fácil. Existen tres tipos de magia: La de canalización, magia con varita; la natural que es instintiva y la antigua que se rige por un lenguaje ya olvidado por la mayoría de las criaturas del mundo. Solo conociendo ese lenguaje puedes asignarte un nuevo nombre. Pero debes mantenerlo en secreto, ya que con el mismo tipo de magia pueden esclavizarte. Los nombres dan poder: tú puedes usar un hechizo de varita para convertir un animal en una copa de agua, pero solo se tratará de una ilusión porque en esencia seguirá siendo un animal. Para cambiarlo definitivamente debes cambiar la palabra que lo designa en el habla antigua… su nombre.

Ginny comenzó a caminar por el pasillo seguida por Harry. El muchacho pudo divisar una puerta al fondo.

Por eso es que les dijiste a tus hermanos que tenían razón y por eso no dijiste Ginevra Weasley cuando pusiste tu mano sobre la roca. –Dedujo Harry.

Cambié mi nombre hará poco menos de un año por varias razones, pero creo que la mayor fue que sentía que la antigua Ginny había muerto allí… en la cámara secreta. Nunca volví a ser la misma, las pesadillas me atormentaron todo el verano siguiente y me terminaron cambiando…

¿Pesadillas? ¿Qué pesadillas? –Él nunca se había enterado de eso.

Mi familia nunca dijo nada por temor a que Dumbledore o alguno de los demás profesores me exigiera un examen médico que confirmara que ya estaba bien. En su momento, Ron no te envió cartas contándotelo porque mis padres les prohibieron a todos el mencionar palabra, ni siquiera a ti o a Hermione. La verdadera razón de porqué viajamos a Egipto fue que ellos tenían la esperanza de que un medimago amigo de Bill pudiera ayudarme con la mayor discreción. Si me hubieran llevado a San Mungo me habrían terminado internando de por vida… Pero mi problema estaba más allá de sus capacidades. Para cuando volvimos, las pesadillas habían comenzado a desaparecer y, bueno, con lo de Sirius la atención de todos se volcó hacia ti.

Lo siento… –Se disculpó Harry.

No lo sientas. Si las cosas hubieran sido diferentes, es muy probable que hoy no estuviéramos en ventaja frente a Voldemort. –Le aclaró ella mientras le acariciaba la misma mejilla que antes le había golpeado.

Harry sintió que el ligero resentimiento del golpe desaparecía completamente.

¿Y como fue que te uniste a la hermandad? –Le preguntó.

Pues, él me ayudó a recuperarme y me ofreció unirme… no voy a negártelo… al principio acepté solo con la intención de adquirir el poder suficiente para vengarme de Voldemort, pero, desde ese día hasta ahora, mis intenciones… han adquirido un panorama más amplio.

¿Quién te ayudó? –Le preguntó Harry mientras cruzaban la puerta del fondo.

Pues me extraña que ya no lo hayas adivinado… –Sonó una voz que conocía demasiado bien, aún si ya no arrastrara la palabras como antes.

¡Malfoy! –Exclamó Harry mientras levantaba la varita dispuesto a defenderse.

Draco se hallaba parado a unos tres metros frente a ellos. Harry le echó un vistazo al lugar. Se trataba de un salón grande con una gran mesa de madera y sillas en el fondo, a uno de los lados había una gran pantalla y del lado opuesto una especie de computadora, o al menos eso le pareció. En cada esquina había plantas, apenas un toque de verde contra las paredes celestes.

Charlie me acaba de avisar… ¿Estás bien? –Le preguntó Malfoy.

No te preocupes, yo… estoy bien… –Respondió ella.

Harry instintivamente se puso entre los dos protegiendo a Ginny y Draco sonrió.

¿Puedes guardar esa varita? –Le pidió.

Perdóname que no confíe en ti. –Respondió el muchacho con tono sarcásticoSupongo que es la fuerza de la costumbre. No puedes culparme, tú fuiste el que hizo entrar a los mortífagos al castillo, tú tienes la culpa de la muerte de Dumbledore.

El semblante de Malfoy se tornó serio.

Harry no fue su culpa, las cosas se salieron de control y… –Intercedió Ginny pero Draco la cortó.

No, Ginny. El tiene razón, es mi culpa, no voy a negarlo… –Admitió el muchacho.

¡Lo sabía! –Gritó Harry.

¡No! No lo sabes. No sabes por qué pasó lo que pasó. La muerte de Dumbledore no estaba dentro del plan.

Tú admitiste que Voldemort te había obligado a matarlo. Pero como buen cobarde que eres, te echaste atrás y el maldito de Snape hizo el trabajo sucio por ti. ¡Se que Voldemort te hizo jurarlo!

Sí, él me hizo jurarlo, pero no contaba con que yo conocía una forma de romper el juramento inquebrantable. Tenía que actuar como si siguiera sus órdenes. Mi plan era hacerlo pasar por muerto y usar a los mortífagos como testigos para poder ganarme la confianza de Voldemort, infiltrándome así en su círculo más íntimo. Si lograba que Voldemort pensara que Dumbledore había muerto, este se precipitaría con sus planes y lo dejaría totalmente expuesto y vulnerable.

¡Yo estaba en la torre, esa noche! ¡Oculto bajo la capa de invisibilidad! Tú no hiciste nada de eso. Te quedaste dudando, esperando a los demás mortífagos.

Draco bajó la cabeza, no quería decir lo último, solo empeoraría las cosas.

Muéstraselo… –Le sugirió ella.

Draco negó con la cabeza.

¡Merlín! De nada sirve contarle a Harry toda la historia si no podemos darle una prueba de que dices la verdad. –Dijo Ginny mientras se encaminaba hacia una puerta ubicada a mitad del salón, del lado derecho.

Draco dudó un momento pero luego la siguió. Harry fue tras él sin bajar la guardia. En su mente solo cabía una idea: Malfoy los estaba utilizando. Quizás deseaba ocupar el lugar del señor oscuro y, si estaba al tanto de la profecía, sabría que la única opción de vencer a Voldemort era usándolo a él. Pero el muchacho no se dejaría engañar tan fácilmente.

Caminaron por un pasillo, pasando de largo dos puertas, una a cada lado, y llegaron a otra que se hallaba al fondo. Al detenerse la puerta se abrió y el muchacho intuyó que se trataba de un ascensor.

Tercer nivel. –Dijo ella cuando la puerta se cerró.

El ascensor se empezó a mover pero Harry apenas lo llegó a notar.

La base es subterránea (al igual que el ministerio de magia). Tiene cinco niveles, el que viste es el primero. –Le explicó Ginny.

Apenas terminó de hablar las puertas se abrieron nuevamente y ella los condujo hasta la primera puerta a la izquierda del pasillo.

Esta es la enfermería –Dijo Ginny.

Harry echó una mirada alrededor. Tanto las paredes como el techo eran de un blanco purísimo. Había tres camas a cada lado y en el centro dos mesas con forma de semicírculo. Cuando el muchacho pasó al lado de estos comprendió que se trataba de dos especies de computadoras enfrentadas.

La chica siguió hasta la pared del fondo donde había cuatro pequeñas ventanas, o al menos eso le pareció a Harry. Ella se acercó a la que se hallaba del lado izquierdo y puso su mano en un panel negro que había en la pared. Lo que Harry había tomado como una ventana resultó ser el extremo de una especie de contenedor con paredes trasparentes que se deslizó hacia fuera y el muchacho palideció al ver lo que contenía.

Dumbledore… –Dijo con voz queda.

Ahí estaba. Igual como lo recordaba, con la misma ropa con la que había salido esa fatídica noche, exactamente la misma con la que había muerto y caído de la torre.

¿Por qué lo tienen aquí? ¡¿Por qué lo sacaron de su tumba?!

Harry miró a ambos.

Idéntico ¿Verdad? –Dijo ella– Poseemos un replicador de materia. Una especie de aparato de alta tecnología que puede convertir la energía en materia, funciona bajo el mismo principio que el teleportador. Este cuerpo es solo una réplica exacta de Dumbledore hecho a base de una muestra de su ADN. Se halla dentro de una cámara criogénica para poder preservarlo. Consumimos mucha energía para hacerlo y habría valido la pena si… bueno…

Luego de que Voldemort me ordenó matar a Dumbledore cambié mi nombre para librarme del juramento y tracé un plan. –Siguió Draco– Esperaría el momento oportuno e introduciría a algunos mortífagos en el castillo. Entonces cambiaría al verdadero Dumbledore por esta réplica y argumentaría que lo maté cumpliendo lo pactado. Dumbledore pasaría a estar oficialmente muerto para todo el mundo menos para nosotros. Así él se encontraría libre para que pudiéramos entrenarte y planear el movimiento final. Cuando Voldemort asomara la cabeza se la cortaríamos de un solo golpe…

¿Y por que no lo hiciste? –Preguntó Harry intentando mantener su postura de incredulidad.

Malfoy soltó un suspiro.

Dudé… y entonces fue muy tarde.

¿Por qué? ¿Por qué dudaste? –Insistió él.

Por que el plan debía ejecutarse en completo secreto. –Le explico Ginny. –Nadie más que Dumbledore se debía enterar de que la Hermandad aún existía y… bueno… tú estabas en la torre con él…

Harry sintió que su sangre comenzaba a hervir, no iba a permitir que le echaran la culpa.

Mira Harry, cometí un error: no conté con que Dumbledore te llevaría con él. Juzgué que su sentido de sobreprotección sería más fuerte y te obligaría a permanecer en el castillo. –Le explicó Draco– Creí que lo encontraría solo en la torre de astronomía… pero ahí estabas tú, podía verte a pesar de la capa de invisibilidad (sin contar las dos escobas en el piso)… no supe que hacer… Fui un estúpido, debí haberte aturdido y luego seguir con el plan, después inventaría alguna forma razonable de explicar como te había visto. Fue mi culpa y debo cargar con eso, pero entiende algo: el Draco Malfoy que tú conoces es solo un personaje, debía hacerles creer a todos que seguía siendo el digno hijo de mi padre, era la única forma de infiltrarme entre los mortífagos.

Harry negó con la cabeza.

Bonita historia pero no me la trago. Por lo que yo se, esta bien podría ser la actuación. Quizás hayas engañado a todos los demás pero no a mí.

¿Como puedes ser tan obstinado? –Le reprochó Ginny.

¿Y tú crees que esto es prueba suficiente para demostrarme que él esta de mi lado? –Inquirió el muchacho señalando el cuerpo– ¿Qué no se trata de una forma retorcida de usarme para sus propios propósitos?

Ella no llegó a contestar. Los tres guardaron silencio. El oído de Harry captó una música que se deslizaba suavemente por el ambiente. Reconoció ese canto al momento.

Fawkes… –Dijo el muchacho para sus adentros.

Hubo una explosión de llamas en el aire y el Fénix de Dumbledore surgió de ella. Voló a su alrededor y se posó sobre el brazo de Malfoy. Harry sintió que las pobres excusas que podía utilizar para resistirse a la versión de los hechos que ellos le daban se desmoronaban completamente. Fawkes solo acudiría a aquel que le fuera realmente fiel a Dumbledore.

El muchacho retrocedió hasta la cama más próxima y se sentó, se sentía una miseria. Si ellos decían la verdad entonces el culpable de la muerte de Dumbledore era él. No tendría que haberle insistido en acompañarlo, ni siquiera habían conseguido el horrocrux. Si se hubiera quedado en el castillo, su viejo director todavía seguiría vivo. Lo había vuelto a hacer, ahora tendría que acarrear con otra muerte sobre sus hombros…

¡No! Ni se te ocurra pensarlo, Harry. –Dijo Draco mientras le ponía una mano sobre el hombro. –Ya te lo expliqué bien claro. Fue mi culpa, yo actué mal. Dumbledore te necesitaba, sin ti habría muerto en la cueva. Tú hiciste lo correcto.

El muchacho levantó la cabeza. Tenía que admitirlo, realmente no conocía a la persona que tenía enfrente.

No… él tenía una buena idea de lo que la poción le haría y, si hubiera estado solo, habría vuelto para buscar a alguien que lo ayudara…

Ginny volvió a guardar la cámara criogénica dentro del muro y se acercó a Harry.

No podemos cambiar el pasado pero estoy segura de que hablo por todos nosotros cuando te digo que, no importa lo que pase, “La Hermandad” siempre estará a tu lado. Si una vez pudimos vencer a Slytherin en su propio terreno, Voldemort no va a ser demasiado reto. –Le dijo ella con una sonrisa.

¿Slytherin? –Preguntó Harry con una media sonrisa.

Ups… lo siento, información clasificada. –Dijo ella riéndose.

Harry se incorporó lentamente.

Supongo entonces que ahora me enseñaran a detener una maldición imperdonable. –Aventuró el muchacho.

Preferiría que no dependiéramos de eso. –Dijo Draco. –El único que realizó con éxito esa movida fui yo y (sin ánimos de ofender) tú fuiste quien la lanzó, no Voldemort (y de más está recordarte lo que pasó después). Sin Dumbledore, el señor oscuro tiene vía libre para ejecutar sus planes. No tenemos tiempo. Puedo enseñarte los rudimentos de la magia antigua pero el entrenamiento real lleva como mínimo un par de años. Tendremos que actuar de otra manera.

¿Cómo? –Preguntó Harry.

Mira, no quiero adelantarte nada hasta no estar seguro de lo que contamos para el enfrentamiento. Además, esta noche, Voldemort reunirá a todos los mortífagos para asignarles nuevas tareas. Con suerte mañana podré decirte que se propone exactamente.

Snape se ganó el lugar de mano derecha. ¿Verdad?

Me temo que sí. Yo podría habérmelo ganado en su lugar pero… bueno… las cosas no salieron como lo planeé. Aún así, logré ganarme la confianza del señor oscuro.

¿Como lo hiciste?

Pues… ¿Como crees? Matando a alguien para demostrarle que no era un cobarde.

Harry lo miró fijo. Si esos eran los métodos de infiltración de Malfoy, la alianza moría antes de nacer.

Y antes de que digas lo que estás pensando te aclaro que no fue necesario. Solo tuve que volar la casa en mil pedazos. –Le aclaró Draco.

Las ruinas de la vivienda en la que él había pasado toda su vida volvieron a su mente. La forma en que los bomberos sacaban los cuerpos de entre los escombros. Harry posó su mirada en el lugar donde guardaban la réplica de Dumbledore. ¿Sería posible?

Tus tíos se encuentran sanos y salvos viviendo en Buenos Aires. Les transferí unos cuantos millones de euros a una cuenta de las Islas Caimán para que vivan felices el resto de sus vidas como compensación por destruir su casa y hacerlos pasar por muertos.

Entonces... los cuerpos…

Eran réplicas. –Explicó Ginny.

Harry sonrió, sentía una inmensa felicidad. Jamás habría pensado que se sentiría así por los Dursley.

Otra ironía de la vida”, pensó.

Draco se dirigió hacia la consola más cercana y oprimió un botón. Una pantalla se encendió y, a través el monitor, Harry pudo ver la cara de su primo.

Eh, Dudley, deja de jugar con el D-1 y ven a la enfermería que tu primo tiene ganas de verte.

¡¿Harry?! Pero pensé que… ¿Pasó algo malo?

Nada grave, deja lo que estas haciendo y ven aquí.

Bueno… pues… en unos veinte minutos estaremos allí.

Harry pudo ver que el semblante de Malfoy cambiaba.

¡Merlín! Dudley. Les di ordenes explícitas de que bajaran el satélite, no que lo arreglaran en orbita.

Resultó ser solo una lente defectuosa, los Creevey la están cambiando, así será más rápido. No te preocupes, ellos saben lo que hacen. –Intentó tranquilizarlo él.

¡¿Pero que acaso no piensas?! ¡Ellos no tienen entrenamiento en gravedad cero! Si llega a sucederles algo te juro que te haré responsable por ello, así que será mejor que te pongas a rezar. –Le advirtió Malfoy furioso y cortó la comunicación.

No seas tan duro con él –Le pidió Ginny –En el fondo tiene razón, cuanto antes esté funcionando el satélite, mejor.

Harry se quedo boquiabierto ¿Dudley y los Creevey arreglando un satélite? Al ver su cara de pasmado la chica soltó una risita.

Bueno, Harry, como verás también tenemos un satélite espía y una especie de nave espacial que llamamos D-1 (mejor no preguntes porqué). –Le contó Draco recuperando la calma– Hace alrededor de un año y medio nos lo cedieron y bueno… Dudley lo pilotea.

No es por menospreciarlo… pero dudo seriamente que mi primo pueda aterrizar nada en una sola pieza. –Dijo Harry frunciendo el ceño.

¿Te olvidas que se pasaba horas enteras jugando videojuegos? ¿No recuerdas que tipo de juegos le gustan más?

El muchacho lo recordó en seguida, su primo siempre tubo una fascinación por los simuladores de vuelo.

¿Y es bueno? –Preguntó Harry incrédulo.

Para serte sincero, sí. Realmente me sorprendió su habilidad para controlar la nave. Vuela tan bien como tú sobre una escoba.

Harry comenzaba a pensar que esta Hermandad no lo dejaría de sorprender nunca.

Bueno Harry. Me temo que ya debe haber sido demasiada información nueva para tu cerebro. Ginny te llevará hasta la habitación que te tenemos reservada. Creo que Hedwig te está esperando impaciente. –Le dijo Malfoy con una sonrisa.



Hermione, había guardado silencio mientras Charlie les explicaba. Pero, apenas terminó, comenzó a bombardearlo con preguntas.

¿Quiénes son esos “fundadores”?

Lo siento pero eso es algo que no te puedo revelar.

Entonces dime quienes son sus integrantes.

Charlie se lo pensó un momento.

Miren, se trata de gente de confianza… pero antes de abrir la boca debo hablarlo con Draco… Aunque supongo que puedo decirles que Percy es uno de nosotros. Su tarea consiste en pasarnos información del ministerio. Cuando el viejo ministro cayó en la obstinación de llevarle la contra a Harry y Dumbledore, nos dimos cuenta de que necesitaríamos a alguien que nos pusiera al tanto del accionar del ministerio. Él se tuvo que distanciar de la familia para poder ganarse la confianza de Funge. Se que fue doloroso para todos pero era absolutamente necesario.

Ninguno de los demás replicó palabra, no se esperaban ese tipo de revelación. Pero los ojos de Molly adquirieron un brillo especial, un brillo que reflejaba el profundo orgullo que sentía por su hijo.



Dean Thomas se hallaba sentado sobre una roca, esperando. No sabía qué, pero igual esperaba. A pocos metros, recostado contra el tronco de un árbol añejo, había un joven cuyo rostro se hallaba cubierto por su capucha.

¿Puedes decirme por qué esperamos? –Preguntó Dean.

Paciencia amigo… falta poco. –El joven mantenía su vista en el pantano que se abría frente a él. En algún lugar dentro de esas tierras cenagosas se encontraba lo que ellos buscaban. –Solo nos falta uno y no sería conveniente que la arruinasemos justo ahora…



¿Percy? –Preguntó Harry.

Ginny asintió con la cabeza.

Pues debo admitir que es un gran actor. El estaba totalmente convencido de que era un tremendo idiota.

Sí, pero los laureles se los lleva Draco. No es nada fácil engañar a Voldemort.

El muchacho guardó silencio un momento. Su mano acariciaba el suave plumaje de Hedwig, eso era algo que realmente había extrañado.

Cuesta mucho creer que no sea el maldito idiota que yo conozco, pero no puedo dudar de la confianza de Fawkes... ¿Sabes? La primera vez que me lo crucé, fue en la tienda de ropa del callejón Diagon, antes de comenzar mi primer año en Hogwarts, y la verdad es que no me cayó tan mal. Quizás fuera porque ignoraba quien era yo, pero solo se mostró como un niño mimado de una familia adinerada, nada más. Fue recién en el tren donde me di cuenta que era una basura… ¿Ya actuaba desde entonces?

Ella sonrió.

No, aún era un idiota. Fue al final de su primer año cuando él le mostró el buen camino… Pero creo que sería mejor que le preguntaras a Draco sobre eso…

Supongo que ese “él” es uno de esos fundadores… ¿Por qué no puedes decirme nada sobre ellos? –Preguntó Harry.

Es parte del juramento que hicimos al unirnos a “La Hermandad”. No podemos dar información sobre los fundadores. –Respondió Ginny.

¿Ni siquiera sobre ese que dices que te ayudó? No hace falta que me digas su “nombre real”, pero… no se… algo…

Ginny se quedó pensativa un momento.

–“Hecha la ley, hecha la trampa”. No hace falta que te hable de él, pues tú ya lo conoces. No por su nombre real, pero sabes como “lo llaman”. Piensa Harry, quien de todos los que conoces de la escuela no pertenece realmente a ella.

El muchacho arqueó una ceja. ¿Qué se suponía que quería decir eso? ¿Acaso era un acertijo? Alguien que conociera de Hogwarts pero que no perteneciera a él… Bueno, según Ginny era un “él”, así que ya sabía que las mujeres quedaban todas descartadas…

Hagrid –Murmuró el muchacho, pero luego negó con la cabeza. Si bien lo habían expulsado cuando estaba en tercer año, ahora trabajaba para el colegio, por lo cual pertenecía a él.

¡Krum! A Víctor lo conocí en la escuela pero no pertenece a ella…

No, pero fue un buen intento. Piensa en alguien que haya estado en Hogwarts desde el primer año pero que no pertenezca a él.

A Harry no se le ocurría ningún candidato y luego de reflexionar unos minutos se dio por vencido.

Extraño… –Dijo Ginny. –Juraría que los vi charlando un par de veces… Lo siento… no puedo decirte más sin romper mi juramento.

Bueno… quizá más tarde me acuerde… –Dijo Harry– ¿La lista de integrantes de la Hermandad también es información clasificada?

No, pero… ¿Para que arruinarte la sorpresa? –Dijo Ginny con una sonrisa– Ah… No tienes ni la mas remota idea de lo increíblemente bien que se siente el poder ser yo misma cuando estoy contigo.

Mmm… a mi me sigues pareciendo la misma Ginny. –Dijo Harry antes de besarla dulcemente en los labios.

Solo cerró los ojos un instante y cuando los volvió a abrir se sorprendió un poco al ver que la chica pelirroja había desaparecido, frente a él estaba la joven de cabello oscuro y ojos verdes que lo miraba con expresión divertida. Ella comenzó a acercar su cuerpo sensualmente hacia el de Harry, mientras el muchacho la miraba atontado.

Creo… que es hora… de que conozcas a Lily Black. –Dijo la joven antes de saltarle encima.

La pobre lechuza salió volando indignada y se posó sobre su jaula.

¡Oh, Merlín! Esto es sinceramente asqueroso. –Dijo la voz de un muchacho desde la puerta de la habitación.

Harry se tensó, lo de Draco era una cosa, pero esto era demasiado.

¿Qué quieres Crabbe? –Dijo Ginny recuperando su vieja apariencia.

Oh, nada, simplemente andaba dando una vuelta por ahí… pero supongo que ahora podría aprovechar para preguntarte si me puedes recomendar a algún psicólogo que sea lo suficientemente bueno como para sacarme esta imagen de la mente.

No te preocupes, conozco un par de métodos gratuitos que son excelentes. –Le respondió sarcásticamente.

Crabbe solo sonrió.

Un momento –Dijo Ginny pensativa– Algo me dice que hiciste una de las tuyas.

¡¿Yo?! ¡Me duele en el alma saber que puedes creer eso! –Le reclamó él haciéndose el ofendido.

Vamos, larga el rollo antes de que decida hablar con Draco.

Crabbe miró a Harry un momento y luego volvió a mirar a Ginny.

Luego date una vuelta por el taller y te lo enseño…

La chica solo asintió y el muchacho se fue.

¿Crabbe? No puedo creer que Draco esté tan desesperado como para unirlo a la Hermandad.

Lo siento, Harry, pero te equivocas. Más allá de su aveces molesto sentido del humor, Crabbe es un buen chico.

Si tú lo dices te creo, pero no me culpes si decido asegurarme preguntándoselo a Fawkes… –Se excusó él con una media sonrisa.

Ríete si quieres, puede que ni Crabbe ni Goyle sean buenos realizando hechizos pero te aseguro que son unos genios de las matemáticas.

Harry arqueó una ceja.

Si hubieran nacido en familias muggles, ahora serían lo que se suele llamar “nerds”. Crabbe se encarga de los sistemas informáticos mientras que Goyle se ocupa de la ingeniería.

Creo que esto me supera. –Comentó Harry.

¡Y eso que no los viste jugar al ajedrez!

Harry se tomó la cabeza, poco a poco se comenzaba a dar cuenta de que todo lo que creía saber, toda la gente que creía conocer, quizás no era más que una simple mentira.

Por qué no mejor comemos algo y luego duermes un poco. Te ayudará a descansar el cerebro… –Le sugirió ella.



Dean abrió su mochila y sacó un libro. Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la roca y se puso a leer.

¿Otra vez leyendo a Melkdor? Creía que ya te sabías ese libro de memoria. –Se burló su compañero.

Solo repaso el capítulo de “La puerta al otro mundo”

¿Buscas algo en particular?

Pistas para hallarla. Me tiene preocupado. ¿Que sucederá si él la encuentra antes que nosotros?

Abrirá las puertas del infierno. Solo eso…

Dean guardó silencio.

Será mejor concentrarnos en el aquí y ahora… tenemos trabajo…



Harry había almorzado y siguiendo el consejo de Ginny decidió dormir una siesta. A pesar de que no se sentía realmente cansado, no tardó mucho en dormirse. Tuvo un sueño bastante extraño: se hallaba en medio de un campo de quiddich junto a dos chicas que se peleaban para que él jugara para sus respectivos equipos. Él les decía que podía jugar un rato para cada equipo pero ellas le exigían que eligiera. Veía los ojos verdes de una tentándolo y entonces se cruzaba la melena pelirroja de la otra acaparando nuevamente su atención. Poco a poco comenzó a percibir una luz rojiza que teñía todo el ambiente. Rojo… Rojo… Rojo…

Harry abrió los ojos. Seguía soñando… Los volvió a cerrar y todo se oscureció. Los abrió nuevamente y se incorporó de un salto.

Toda la habitación se hallaba iluminada por unas pequeñas luces rojas intermitentes que se hallaban en los bordes superiores de las paredes. El muchacho miró a su alrededor. Allí sobre la mesita de luz estaba su varita. La tomó sin dudar y la mantuvo en alto apuntando hacia la salida.

Todo esto le traía un mal presentimiento. Volvió a mirar alrededor buscando alguna pista de lo que pudiese suceder y la encontró. Cerca de la puerta, había una pantalla negra cruzada con una frase escrita también en rojo intermitente: “Alerta de intruso”… “Alerta de intruso”… “Alerta de intruso”…

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